Los padres deben procurar hacerse amigos de sus hijos. Se puede armonizar perfectamente la autoridad paterna, que la misma educación requiere, con un sentimiento de amistad, que exige ponerse de alguna manera al mismo nivel de los hijos.
Los chicos —aun los que parecen más díscolos y despegados— desean siempre ese acercamiento, esa fraternidad con sus padres. La clave suele estar en la confianza: que los padres sepan educar en un clima de familiaridad, que no den jamás la impresión de que desconfían, que den libertad y que enseñen a administrarla con responsabilidad personal.
Es preferible que se dejen engañar alguna vez: la confianza, que se pone en los hijos, hace que ellos mismos se avergüencen de haber abusado, y se corrijan; en cambio, si no tienen libertad, si ven que no se confía en ellos, se sentirán movidos a engañar siempre.
Los padres pueden y deben prestar a sus hijos una ayuda preciosa, descubriéndoles nuevos horizontes. Le puede interesar: Fe, herencia de nuestras abuelas
El respeto por la libertad de pensamiento
Es más, cuando se trata de cosas que son objeto de la libertad de opinión, como en esos terrenos nadie puede pretender estar en posesión de la verdad absoluta, el trato mutuo, lleno de afecto, es un medio concreto para aprender de los demás lo que nos pueden enseñar; y también para que los demás aprendan, si quieren, lo que cada uno de los que con él conviven le puede enseñar, que siempre es algo.
No es cristiano, ni aun humano, que una familia se divida por estas cuestiones. Cuando se comprende a fondo el valor de la libertad, cuando se ama apasionadamente este don divino del alma, se ama el pluralismo que la libertad lleva consigo.
Invitamos a los padres de familia de los colegios afiliados a CONACED BOGOTÁ y Cundinamarca como primeros formadores de los hijos, a educarlos en la pastoral, reforzando los valores Católicos que nuestra federación refuerza en nuestros Colegios.
Tomado de: Conaced.
Editor: Lina María Serna López – Periodista.