El 70% de los alimentos que encontramos en los mercados provienen de la agricultura familiar campesina, esto gracias a la diversidad en climas y suelos que goza Colombia y que permite una producción agrícola muy amplia y permanente. Además de la creatividad y esfuerzo que caracteriza a los trabajadores de las zonas rurales del país.
Sin embargo, con el tiempo se han ido perdiendo visiones y prácticas que permiten un equilibrio social y económico y que hoy el comercio justo busca recuperar. Este, se define según la CLAC (Coordinadora Latinoamericana y del Caribe de Pequeños Productores y Trabajadores de Comercio Justo) como un movimiento social global que promueve otro tipo de comercio, basado en el diálogo, la transparencia, el respeto y la equidad.
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Tiene el propósito de contribuir al desarrollo sostenible ofreciendo mejores condiciones comerciales y centrándose en la dignificación del trabajo para mitigar la desigualdad y la pobreza. Se trata de una nueva forma de entender la producción y el consumo desde un enfoque que involucra aspectos económicos, sociales, medioambientales y políticos, por lo que propone además, el reconocimiento de los derechos de las y los campesinos establecidos por la ONU (Organización de las Naciones Unidas) en el año 2018.
Documento que tiene como puntos base la definición del campesinado; la integralidad de los sistemas agroalimentarios; la organización social para la producción y la defensa de los derechos ganados; la formación pertinente y adecuada que reconozca los conocimientos tradicionales; y el acceso y reconocimiento jurídico a la tierra y control de bienes fundamentales para la producción y reproducción de la vida, el agua y la biodiversidad.
Comercio justo y soberanía alimentaria
Entendiendo la soberanía alimentaria como el derecho de los pueblos a definir su política agraria y alimentaria; a decidir lo que quieren producir y consumir; a tener acceso a la tierra, el agua, las semillas y al crédito para producción agraria saludable. Además de poder recuperar y potenciar el conocimiento sobre producción local para revalorizar las culturas tradicionales, surge la necesidad de replantear el funcionamiento de todo lo relacionado con producción y comercialización, y solo se hace posible a través de un comercio justo.
Un ejemplo de esto es CAFICOSTA, el resultado de una asociación entre campesinos e indígenas colombianos, cuya base principal es la economía campesina. Actualmente está conformada por más de 2.600 asociados entre estos 600 mujeres y 500 productores orgánicos. Así mismo, iniciativas como Siembraviva y Comproagro que buscan mediante el buen uso de las tecnologías, la dignificación del trabajo agrícola y la seguridad alimentaria de sus comunidades, sin intermediarios y con productos de calidad.
Esto no solo garantiza el acceso a la alimentación, sino que da posibilidad a la población campesina de fortalecer su relación con la tierra y su vocación en la agricultura, dando así cumplimiento a la resolución 464 del 2017 que establece los lineamientos estratégicos de política pública para la Agricultura Campesina, Familiar y Comunitaria.
El trueque dentro de la visión de comercio justo
Algunos autores coinciden en que el trueque emerge no sólo dentro de las comunidades campesinas, étnicas e indígenas, sino en el mundo entero, como otra modernidad en la cual se procura respetar y favorecer las diferencias sociales, políticas, étnicas y culturales donde se comparta la grandeza humana.
Ante la pandemia de COVID-19 y el confinamiento cada vez más largo que vive Colombia y el mundo, ha regresado esta práctica ancestral en muchas regiones que desde sus posibilidades intercambian para dar y recibir lo necesario, posibilitando una reflexión frente a las formas de vida establecidas hasta el momento, y las que se creían olvidadas pero que hoy salen a flote para manifestar lo mejor de las apuestas sostenibles.
Según Viviana Pulido, Secretaria de Agricultura de Cundinamarca, estas iniciativas son muy valiosas en especial en departamentos que son rurales como Boyacá, Huila y Cundinamarca asegurando que “La idea es invitar a los habitantes a activar sus lazos de solidaridad por medio del trueque. Cualquiera que tenga una huerta puede hacerlo, las plazas también pueden sumarse, pues es allí donde se comercializan los productos sin intermediarios. Además, los mismos vendedores pueden intercambiar sus alimentos entre sí”.
Por: John Alexander Saavedra. Periodista.
Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.