jueves, mayo 29, 2025
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Colombia retrocede en conservación: pérdida de bosques primarios aumentó 48,5 % en un año

"¿Colombia quiere seguir creciendo a costa de la naturaleza o quiere intentar nuevas trayectorias de desarrollo humano?", cuestionó recientemente Sara Ferrer, representante del PNUD en Colombia, durante el foro acción climática, oportunidad de crecimiento rentable y sostenible. Su reflexión, respaldada por cifras del más reciente informe de Global Forest Watch, cobra la urgencia alarmante sobre la pérdida de bosques primarios en Colombia que aumentó un 48,5 % entre 2023 y 2024, al revertir la tendencia de reducción registrada desde 2021.

El informe, publicado por el World Resources Institute (WRI), señala que en 2024 se deforestaron cerca de 98.000 hectáreas de bosques primarios en el país, frente a las poco más de 66.000 hectáreas del año anterior. Aunque el fenómeno global de pérdida de cobertura boscosa estuvo impulsado principalmente por incendios forestales que se quintuplicaron respecto al año anterior, en Colombia el panorama fue diferente.

«Los incendios no fueron un factor importante en la pérdida de hectáreas de bosque,» destaca el informe. En cambio, la minería ilegal, la expansión de cultivos ilícitos como la coca y la ganadería extensiva, así como el avance de monocultivos como la palma de aceite, fueron los principales motores de la deforestación.

El retroceso coincide con el aumento de la violencia y la suspensión de diálogos de paz, factores que, según el informe, han provocado “una mayor inestabilidad en áreas remotas” y la reactivación de economías ilegales con alto impacto ambiental. Las comunidades indígenas han sido particularmente afectadas, no solo por la pérdida de territorio ancestral, sino por el colapso de los ecosistemas que sustentan su forma de vida.

Los bosques tropicales primarios cumplen un papel clave en la captura de carbono, la regulación del clima y el ciclo del agua. La desaparición acelerada de estos ecosistemas —a un ritmo de 18 canchas de fútbol por minuto a nivel mundial— generó en 2024 un total de 3,1 gigatoneladas de emisiones de gases de efecto invernadero, más que todas las emisiones anuales de India por consumo de combustibles fósiles.

En Colombia, este fenómeno amenaza particularmente a la región amazónica, que concentró el 60 % de la deforestación registrada desde 2001. Esta situación, advierte el PNUD, afecta directamente el ciclo hidrológico del país: “El agua que llega a nuestras casas nace de un complejo sistema de ecosistemas, los llamados ríos voladores,” explicó Ferrer.

El estudio del WRI recuerda que tras el cambio de gobierno en 2022 se dio un giro en la política ambiental que permitió una reducción significativa de la deforestación en 2023. Sin embargo, el repunte del último año refleja que las políticas públicas aún no logran frenar la presión de los intereses económicos y armados sobre los territorios.

«El desarrollo y el crecimiento económico es un tema profundamente político», concluyó Ferrer, lo que confirma que en Colombia, hoy más que nunca, la defensa de los bosques es un punto ineludible de cualquier agenda de futuro.

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