El IDEAM alertó sobre la presencia de El Niño en Colombia, especialmente preocupante debido a los largos periodos de sequía que amenazan el suministro de agua y la producción de alimentos esenciales. Ante esta situación, el Ministerio de Agricultura de Colombia ha destinado más de $17.000 millones (US$ 4,2 millones) para implementar estrategias preventivas en zonas vulnerables, como La Guajira.
En La Guajira y otras regiones del Caribe, el Ministerio de Agricultura ha implementado modelos agrotécnicos y ha trabajado en la recuperación de sistemas de riego. La ranchería Koushalai, ubicada a dos horas de Riohacha, se ha convertido en un ejemplo tangible de estas acciones. La ministra Jhenifer Mojica recorrió una huerta comunitaria financiada por el ministerio, destacando su contribución a la seguridad alimentaria de la comunidad, especialmente de niños y niñas.
La ministra subrayó la naturaleza preventiva y anticipada de estas medidas, evidenciando la capacidad del Gobierno para tomar decisiones que protejan la producción de alimentos. Programas de agricultura sostenible han permitido la siembra de fríjol, maíz, berenjenas, ají dulce y sandía en entornos desérticos, fortaleciendo la agricultura campesina, familiar y comunitaria ante eventos climáticos extremos.
Además de la siembra, la estrategia incluye brigadas de salud animal, distribución de alimentos y el fortalecimiento de la gestión del riesgo en La Guajira, San Andrés y Providencia, la Mojana sucreña y los Santanderes. La relevancia de este proyecto llevó al Ministerio a suscribir un convenio con la FAO, recibiendo recursos adicionales por US$ 2,1 millones para enfrentar las adversidades asociadas a El Niño.
La coordinación entre el Ministerio de Agricultura y la FAO demuestra un enfoque integral para abordar las consecuencias de El Niño en la actividad agropecuaria. El impacto de estos proyectos se destaca en la comunidad, donde el modelo agrotécnico diseñado considera minuciosamente las condiciones climáticas, aplicando técnicas de reducción del riesgo para garantizar una producción sostenible, incluso en condiciones de sequía. Esta inversión no solo protege los cultivos, sino que también contribuye a asegurar el derecho humano fundamental a la alimentación en las comunidades afectadas.
Fuente: Min Agricultura y Desarrollo Rural
Editora: Natalia Garavito