En la década de los 40, por culpa de la guerra bipartidista se originó un éxodo santandereano hacia nuestras tierras, más exactamente en La Serranía del Perijá. Colonizando estos territorios , hombres y mujeres junto con sus hijos comenzaron una nueva etapa en la cual con el transcurso del tiempo constituyeron, adaptaron y conservaron su cultura.
Al pasar de los años, la nuevas generaciones se fueron mezclando progresivamente, a tal punto que no se llegó a saber si eran cachacos o si realmente eran costeños, esto debido a la unión de costumbres santandereanas y costeñas que fueron adoptando en conjunto y no por separadas.
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Gracias a todas estas mezclas, ahora yo no sé que soy, porque el resultado de todo esto vuelve complejo la situación desde los diferentes puntos de vista. Son costeños hablando con la S y pieles claras, cachetes rojos, y cuando voy al centro de la costa me dicen “eres cachaco”, cuando en realidad no conozco en lo absoluto el departamento de Santander, ni siquiera aguachica que es costa y está cerca de ellos, además, no crecí en otras regiones.
Algo sí sé, que mi apariencia física no me quita mi sabor y que el resultado de esto comprende la riqueza de la integración intercultural en nuestro país. Sin embargo, yo sigo diciendo ¿Por qué me dices cachaco si soy costeño?
Por: Grupo Castillo. Red de reporteros rurales en Valledupar.