Con el aislamiento que sufrió el mundo entero a causa de la pandemia producida por el COVID- 19, se presentaron cambios abruptos donde uno de los sectores más afectados fue la educación, ya que las clases presenciales fueron suspendidas y la metodología de estudio tuvo que ser modificada por clases virtuales en los lugares donde los estudiantes tenían acceso a internet, y en los casos donde este servicio es nulo, como en los colegios de zonas rurales, la formación fue desarrollada mediante guías.
Así se ha venido manejando desde el 2020, los niños, jóvenes y adolescentes fueron alejados de sus aulas de clase, de sus compañeros, de sus docentes y para estudiar desde casa. Esta situación permitió que salieran a relucir varios problemas latentes en el servicio de educación en Colombia como la desigualdad de oportunidades, ya que se observó cómo estudiantes de ciudades más grandes y de colegios privados, podían acceder a recursos educativos de una forma más fácil.
Mientras que estudiantes de colegios públicos y/o rurales, luchaban para poder seguir fortaleciendo sus conocimientos, de esta misma forma quedaron al descubierto deficiencias en los procesos formativos. Pues por más que los profesionales educativos han ido adaptándose a estas nuevas circunstancias, es evidente la falta de capacitación en la realización de guías, utilización de herramientas tecnológicas, y en la actualización de metodologías para ir dejando a un lado las típicas clases magistrales.
Entre las consecuencias que ha dejado este cambio se nota un bajo nivel académico durante los años 2020 y lo corrido del 2021, ya que entorpeció el proceso de aprendizaje y debilitó el desarrollo de habilidades sociales. Es claro que la formación en competencias humanas desde temprana edad juega un papel importante en el desarrollo del ser humano, y se está viendo afectado por la falta de interacción social, lo que más adelante se podría ver reflejado cuando estos niños lleguen a su etapa adulta.
Por otro lado, casi dos años después del inicio de la pandemia vemos afectaciones en las Instalaciones físicas como consecuencia del abandono por el cierre de clases presenciales, sin embargo, cabe mencionar que muchas de las infraestructuras ya se encontraban en mal estado y ahora se encuentran mucho más deterioradas.
De nuevo, vemos las brechas entre colegios públicos y privados, urbanos y rurales; donde en los primeros casos si se cuenta con un presupuesto para el mantenimiento y adecuación con el fin de que los estudiantes regresen a clases presenciales. Condiciones que no abarcan a los segundos casos, que poco a poco vuelven a clases en condiciones inadecuadas, con techos rotos, paredes deterioradas, pupitres dañados, entre otros.
No se puede llegar a un punto de conformidad, sino que como ciudadanos se debe luchar para mejorar estas condiciones, luchar por que los niños, jóvenes y adolescentes sin importar su clase social, cuenten con un servicio de educación de calidad y que todos tengan las mismas oportunidades de crecimiento.
Por: Sandra Liliana Riaño García. Facilitadora educativa del proyecto Pescado para el Desarrollo.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.