“Buenas y Santas”
Ese era el saludo de mi padre cuando llegábamos a una casa en el campo. Le encantaba pegar un grito que asustara al más desprevenido… Cuando pienso en los adjetivos que puedan haber descrito a mi papá, recurro a la descripción que muchos de los presentes y algunos de los ausentes expresaron en algún momento, y me encuentro con que Ernesto, era: “loco”, “chistoso”, “la embarrada”, “qué berriondo”… y últimamente con mucha diplomacia, se afirmaba que don Ernesto era “todo un personaje”… Sin embargo, a mí el adjetivo que más me ha resonado en estos días ha sido que mi papá era “tremendo”…
Mi papá nunca necesitó adulaciones… él no elogió a nadie de manera innecesaria, y en este momento él tampoco lo permitiría para él…
Mi papá fue un tremendo para hacer chistes flojos, para encontrar nombres para sus hijos (eso sí, que nadie olvidara o confundiera o pudiera pronunciar en la primera vez…) fue tremendo para comer, y aquí hay que hacer una pausa especial: tremendo para cocinar. Nadie podría decir que alguna vez se acercó a la casa de mi padre y que se fuera con el estómago vacío. Una discusión distinta era si sus preparativos estaban dentro de los parámetros convencionales; pero que debía comer, debía comer…
-“Coma tranquilo, eso no pregunte”. “Papá eso que es?”
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– “Comida mijo… y no se imagina lo buena que me quedó!” … Mi papá fue tremendo para llevar las cuentas, sobre todo si hacía algún préstamo… tremendo para madrugar… Tremendo para exigir a sus hijos y sacar pecho por nuestros logros y últimamente también, por los de su primer nieto, hoy en la Universidad… tremendo para mantener con el paso del tiempo una letra impecable… tremendo para diseñar y rediseñar la casa que era su motivo de orgullo, de discusiones y en donde sorprende la organización de cada herramienta y de cada palo que con tanto esmero celó… tremendo para mantenerse en lo que pensaba que era lo correcto… tremendo para “no pagar la gana”, como decía mi papá… y preferir caminar o no realizar algún gasto que considerara innecesario… Tremendo para estar informado y defender algunos principios que “privilegian a los pobres de esos ricachones”… Tremendo para cuidar y valorar las cosas “que con tanto trabajo se consiguieron mijo… “no vaya a creer que me las regalaron”…
Mi papá le formó el carácter no solo a sus hijos, lo hacía con cada persona que se acercaba a él. No conocí un mejor terapeuta para forjar el propio carácter que mi papá… ¡Yo, uno de sus hijos, me quedo con algo en que mi papá fue tremendísimo!
“Su capacidad para sorprenderse y sorprender a los demás”… con mi mamá comentamos muchas veces que mi papá parecía un “niño chiquito” … y tal vez se deba a eso, a esas ocurrencias de mi papá que incluso, entre ayer y hoy, nos congregaron a tantas personas en la víspera de Navidad; como diría mi papá: “para que afinen” … “quién los manda…! Mi papá fue una persona singular, que no pasó desapercibido. Y la verdad, las personas que más lograron trascender en la historia, coinciden con eso: No pasaron desapercibidos… ¡Y eso particularmente voy a extrañar de mi papá… qué bendito para lograr ser único e irrepetible!!! Qué bendito para ser “maleta lista para cualquier plan, para mantener su alegría… Y qué bendito para permitirnos visualizar la fragilidad humana en lo que sabemos que todos coincidimos a la hora de hacer inventario de aciertos y sobre todo de algunos errores…
Gracias a todos los que en su corazón pudieron perdonar a mi papá de tantas zafadas que en su vida pudo cometer…Gracias a la familia Cifuentes que lo adoptó como el “papá Ernesto” … Gracias Co… Gracias Carmen C… Gracias Migue… él y la Sra Minie (mi suegra, quien falleció este año), tuvieron innumerables tertulias que con seguridad en este momento retoman en el cielo.
Mis otros cuatro tíos que han partido junto con él, deben estar también junto con sus padres, mis abuelos, en esas discusiones familiares que acá en la tierra nos hacen a todos rememorar historias, encontramos y crecer como familia… la unión siempre será una palabra vigente en cada uno de estos eventos en que alguno de nuestros seres queridos parten…Cada partida es una lección y una invitación a amar la vida.
Gracias a cada persona que se acercó a mi papá porque lo valoraba y le perdonaba cada apunte y cada cuento, y cada berrinche… ¡Gracias tía Chavela… Gracias tío Salomón…Gracias a todos, por los detalles que tuvieron con mi papá, ¡muy especialmente en estos últimos años de vida…Mamá gracias! Todos coincidimos con que “mi papá dio con la que era”…gracias a todos por rodearla, por acompañarla y por seguirlo haciendo.
Los invito a ofrecer esta eucaristía, en acción de gracias por un ser humano único, que fue tremendo, que logró no pasar desapercibido y del que con seguridad muchos pudimos aprender…
Por: Yolm Cruz. Editor de material pedagógico de Acción Cultural Popular – ACPO.