Victoria Ramírez nació en el departamento de Caquetá, en el municipio de Cartagena del Chairá. A la edad de 17 años tomó la decisión de ingresar a la FARC-EP porque escuchaba en su familia que luchaban por un cambio. Además, un primo ya pertenecía a la organización y pese a escuchar que era una situación muy dura, se convenció de entrar pensando en que si otras mujeres pudieron, ella también.
Después de entrar entendió la lucha interna del movimiento y permaneció allí 20 años hasta la llegada del proceso de reincorporación. Actualmente, es madre de Deiner y Keiner, de nueve y cinco años. “Ambos nacieron cuando estábamos en armas” manifestó.
¿Qué le gusta de la comunidad?
De la comunidad me gusta que somos solidarios, trabajamos en colectivo, hay apoyo y respaldo para las diferentes actividades. Por ejemplo, cuando una persona está enferma se hacen recolectas y se colabora. Tanto las instancias como la misma comunidad. Ahora con el paro también vemos cómo se aporta con mercado, con trabajo o si no puede ir, incluso con plata para quien lo reemplace.
¿Cuál es su actividad económica?
Yo trabajo en la sastrería, tengo una peluquería en la que trabajo los tiempos hábiles, sábados y domingos y de resto trabajo en lo que salga para sostener a mis hijos y suplir nuestras necesidades.
¿Cuáles son sus sueños?
Sacar a mis hijos adelante, darles estudio, trabajar con el ánimo de hacer una casita en la tierra que dejó mi papá acá en Caquetá, para que el día de mañana tengamos dónde vivir.
¿Cuáles son las necesidades de su comunidad?
Son muchas las necesidades, entre ellas la vivienda, el problema económico, la salud y la escasez.
Esta es la historia de Victoria, una de tantas mujeres que hoy le apuestan a la construcción de paz, y que a diario trabajan fuertemente para sostener a sus familias y brindar un futuro mejor a sus hijos.
Por: Adriana Portela y Fanny Ruth Sánchez. Participantes del proyecto MIA.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.