viernes, noviembre 22, 2024
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Campo colombiano, escenario de actividades socioeconómicas

En las zonas rurales de Colombia la principal actividad económica es la agricultura, sin embargo, las y los campesinos desarrollan diversas labores de acuerdo a las características del territorio. Actividades que representan el sustento de miles de familias, y que son necesarias para el desarrollo sostenible del país.

Desde hace décadas los campesinos han sido reconocidos por labrar la tierra, y es una actividad excepcional, pues el 85% de alimentos que consumen los colombianos es gracias al campesinado. Sin embargo, en las zonas rurales del país se desarrollan una gran cantidad de labores, que aunque menos conocidas, también son el sustento de las comunidades rurales. 

Turismo

En los últimos años un gran porcentaje de campesinos se han interesado por apostarle al turismo, pues cuentan con espacios naturales majestuosos, el conocimiento ancestral de los territorios, y el componente de producción de alimento. Características que han llamado la atención del público extranjero y que en determinados momentos se ha vuelto más rentable que labrar la tierra. 

Lamentablemente, el desarrollo del turismo rural es débil, debido a problemas generales que afectan el campo; por ejemplo, vías no óptimas para movilización, la inseguridad vial por grupos armados, no cuentan con certificaciones, y son detenidos por entidades estatales que imponen obstáculos y no asisten este tipo de emprendimientos.  Aún así, las y los campesinos tratan de generar un ingreso extra con caminatas ecológicas, enseñanzas de producción, hospedaje y alimentación. 

Transformación de alimentos y trabajo artesanal 

Transformar alimentos es una actividad de siglos, desde el cultivo de alimentos en las fincas se genera un proceso técnico para crear productos; es necesario mencionar que grupos de campesinos han decidido solo transformar alimentos y la materia prima la consiguen de fincas productoras vecinas. 

De acuerdo con cifras del DANE de las unidades productivas no agropecuarias, es decir, de la población rural que no está ejerce la labor de cultivar o criar animales, se destacan las siguientes actividades: Producción de panela y miel (2,0%); elaboración de alimentos para el consumo animal (0,2%); extracción de aceites (0,5%); obtención de biocombustible, (0,5%); producción de alimentos transformados para el consumo humano (1,7); procesamiento de leche (0,9%) y producción artesanal (7,7%).

Los porcentajes de estas actividades aumentan al sumar la participación de las unidades productivas agropecuarias, es decir, de aquellos productores rurales que labran la tierra, pero a la misma vez, transforman y comercializan.  

Industria y comercio 

En el último Censo Nacional Agropecuario, se presenta la minería con título y sin título donde existe gran entrega de fuerza de trabajo por parte población joven y adulta de la ruralidad en el país. Actividades que transitan desde el ámbito legal e ilegal, pero que ambas situaciones ponen en riesgo la salud de las personas, los ingresos generados no son óptimos, y el daño ambiental es grande. 

En cuanto al comercio, es un sector que ha crecido en el campo colombiano, ya sea a través de trueques o de la venta de productos para el hogar; es así como campesinos le han apostado a una nueva forma de generar ingresos y poner dentro de sus casas una tienda.

De esta forma, comercializan alimentos, publican avisos de las fincas, venden productos propios como lácteos y vegetales. Mientras tanto, aquellas fincas que tienen cerca una vía con paso constante de vehículos ponen sus puestos de venta de artesanías, alimentos, abonos, entre diferentes productos elaborados por manos campesinas. 

¿Qué dificultades hay para el desarrollo del campo?

En Colombia existen más de 2,7 millones de productores rurales, donde alrededor del 63,5% son pequeños productores, parte de ellos se ubican en zonas remotas y tienen la meta de crecer como empresa rural. Sin embargo, no cuentan con recursos, le temen a los créditos por las condiciones que implican los intereses, y son muy pocos los que cuentan con asistencia para tecnificar sus procesos y brindar un valor agregado a sus alimentos, servicios o productos. 

El DANE establece que de las unidades productivas rurales existentes del país, solo el 16,5% cuenta con asistencia técnica y con infraestructura para ejecutar actividades agropecuarias y de comercialización; mientras tanto, el 85,5% no tienen estas opciones.

Estas cifras reflejan el histórico abandono estatal, que pese a saber la importancia que tiene el campo y sus habitantes para el equilibrio económico y la seguridad alimentaria del país, no se genera desde las instituciones más oportunidades para el desarrollo integral de la ruralidad. 




Por: Daimer Fernando Losada Bermeo. Periodista. 

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora. 

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