Boyacá es una tierra de hermosos paisajes, fuente de historia y libertad. Se caracteriza por la fertilidad de sus tierras, la tranquilidad de su ambiente, el espíritu emprendedor de sus campesinos, la hospitalidad de su gente y sobre todo, por la gastronomía.
Por: Nidian Yoana Bastidas Alba
Facilitadora de las EDC de Boyacá
Entre los innumerables atributos que tiene Boyacá, podemos mencionar a la hermosura de sus paisajes, la hospitalidad de sus gentes, la grandeza de su historia, la fertilidad de sus tierras, la tranquilidad de su ambiente y el espíritu emprendedor de sus campesinos. Hoy queremos presentarle un tema que es de suma importancia para nuestra cultura: la comida boyacense.
A través de la comida, el boyacense refleja sus sentimientos, su estado de ánimo, su esencia. Con tantos pisos térmicos y una fertilidad tan extendida, se encuentran productos de los diferentes vegetales y frutas que brotan de la tierra. También están presentes en la mesa diferentes carnes en variadísimas preparaciones: pollo, gallina, cordero, res, trucha y cerdo.
La cocina boyacense es principalmente campesina y está ligada a sus tradiciones. El cocido boyacense y la mazamorra de maíz son insustituibles cuando de expresar lo autóctono se trata. Además, quién puede resistir la provocación de las arepas de Ramiriquí o Ventaquemada, la mogollas de Guayatá, los chicharrones de cuajada de Somondoco, la mantecada de El Cocuy, los plumeros de San Mateo, los amasijos y queso Paipa, por nombrar algunos.
Los boyacenses con gran generosidad brindan a los visitantes lo mejor de su cocina, tradición que pasa de generación en generación. Los cinco platos principales de la gastronomía boyacense que debe probar son; tamal boyacense, almojábanas y arepas, el cocido boyacense, cuajada con Melao y Masato.
Con amor, dedicación, talento y esmero Boyacá ha cocido en el fuego de su cariño y de su ternura, a lo largo de muchos años, los manjares de variados y delicados sabores que hoy conforman una vasta galería y que forman parte de una cultura inconfundible.
Además, el campesino boyacense aún conserva esa grata costumbre de sacar sus productos casi orgánicos a las principales plazas de mercado. Allí se venden gallinas, tubérculos y frutas variadas.
Ser boyacense es sentirse orgulloso de lo que uno es y de donde viene. Es jugar tejo, montar en bicicleta y comer mute de pata, cocido boyacense, mazamorra chiquita y disfrutar de los bellos paisajes y la diversidad de flora y fauna.