Biodiversidad, puesta en riesgo durante el tiempo de Cuaresma y la celebración de la Semana Santa, propicia reflexión sobre la vida y cuidado de la naturaleza en la vida Cristiana.
Por Andrés Felipe Lasso
Biodiversidad refiere a la grandísima gama de especies vivas sobre el planeta, y a la variedad de ecosistemas que alojan la cadena vital, desde las bacterias y las plantas hasta el animal más grande y feroz, los cuales por razones cada vez más evidentes están fuertemente sometidos a la influencia del hombre, poniendo así en riesgo su normal existencia.
Unas de las actividades humanas que pone en riesgo el equilibrio de la biodiversidad son las que llevamos a cabo los cristianos durante la Cuaresma y la Semana Santa. Pero ¿qué tienen que ver estos tiempos religiosos con la biodiversidad?
La liturgia de la iglesia y la religiosidad popular están impregnadas de una riqueza de signos, que nos llevan a vivir y entender de una manera especial la fe cristiana católica; por ejemplo en Cuaresma, como muestra de penitencia y ayuno muchos feligreses dejan de consumir carnes roja, generalmente res o cerdo, supliéndola por carne blanca: pescado, pollo, conejo u otra especie. El problema se presenta cuando bajo este pretexto se incluyen dentro de la dieta especies como las tortugas hicoteas, chugüiros, águilas cuaresmeras, caimanes e iguanas, las cuales, expuestas al consumo masivo son llevadas a un inminente riesgo de extinción. Pero esto no solo ocurre con la fauna sino también con la flora, la cual ha sido durante mucho tiempo usada como parte de algunas celebraciones religiosas. Quizá el ejemplo más claro lo tenemos el Domingo de Ramos con la palma de cera, la cual ha sido reconocida como árbol nacional y es además el único hogar del loro orejiamarillo, especie exclusiva de la biodiversidad colombiana.
Frente al golpe que sufre la biodiversidad en nuestro país por algunas celebraciones religiosas, han manifestado su voz de preocupación organizaciones no gubernamentales de índole ecológico, entidades estatales y la misma Iglesia la cual, vale decir, se ha sumado a campañas y ha emitido comunicados que invitan a los creyentes a no hacer de su fe un antitesmonio con la realización de acciones que atentan contra la obra de la creación.
Muchos santos han encontrado en la naturaleza una forma de acercarse al amor de Dios; recordemos a San Francisco de Asís que no solo admiraba la belleza y la biodiversidad, sino también se sentía parte de la creación, por eso se dirigía a los animales a las flores, al cielo como hermanos, todos hijos y frutos de la mano del Todopoderoso.
El Papa Francisco en la exhortación apostólica La alegría del evangelio frente a la relación del cristiano con el mundo dice : “Los seres humanos no somos meros beneficiarios, sino custodios de las demás criaturas. Por nuestra realidad corpórea, Dios nos ha unido tan estrechamente al mundo que nos rodea… podemos lamentar la extinción de una especie como si fuera una mutilación. No dejemos que a nuestro paso queden signos de destrucción y de muerte que afecten nuestra vida y la de las futuras generaciones”; es esta una invitación a ser portadores y guardianes de la vida manifestada en la inmensa biodiversidad de plantas y animales con las que cuenta el planeta.
Finalmente, valdría la pena hacer el propósito en este tiempo de atmósfera religiosa, de realizar acciones claras que promuevan el cuidado de la naturaleza, tales como rechazar rotundamente el consumo de carne de animales exóticos y en peligro de extinción, cambiar el ramo de palma por otra planta que después pueda ser sembrada y sea signo de la vivencia de la fe en armonía con la biodiversidad, no arrojar basuras durante las procesiones… y así muchas actitudes que nos permitirán ser cristianos que con su comportamiento hacen de este mundo un mundo mejor.