Ayuda a la Iglesia que Sufre es una fundación del Vaticano comprometida con la difusión del evangelio y la ayuda a la iglesia en los lugares en donde es perseguida.
Por Ricardo Esteban González Rodríguez
Ayuda a la Iglesia que Sufre o ACN (por su sigla en inglés), es una fundación creada en 1947 por el padre Werenfried Van Straaten, en el marco de la post guerra en Alemania con el objetivo de ayudar a la Iglesia que sufría persecución al otro lado de la comúnmente llamada “cortina de hierro”, en la Alemania comunista y a los miles de personas que tras la guerra lo perdieron todo y no tenían que comer.
El Padre Werenfried, también conocido como el “padre tocino”, fue celebre no solo por su cruzadas de recolección de dinero y alimentos, en las cuales recibía muchos cerdos como donación y que le valieron este apodo, sino también por sus formas creativas de difundir el evangelio a través de barcos y camiones acondicionados como capillas, para que de manera itinerante se celebrara la misa. A su vez, en aquella época Ayuda a la Iglesia que sufre, gestionó recursos para la compra de carros y motos para que los “sacerdotes con mochila”, de desplazasen a lugares apartados para celebrar los sacramentos, y a la par se destinaron recursos para la formación de sacerdotes en dificultad en Alemania Oriental.
Hoy en día Ayuda a la Iglesia que Sufre, continua con esta misma vocación de ayudar a la Iglesia en donde ella presente dificultades para entregar los sacramentos a la gente y donde existe persecución de orden religioso, adaptándose cada día a las condiciones y realidades de los fieles en zonas donde la libertad religiosa es vulnerada y especialmente donde los cristianos católicos son perseguidos.
Desde 1984 y bajo el pontificado de Juan Pablo II, Ayuda a la Iglesia que sufre, fue reconocida como una fundación Pontificia, es decir, que depende directamente del Vaticano y se consolido como una organización internacional con oficinas en 21 países, entre ellos Colombia, y apoya más de 6.000 proyectos pastorales y asistenciales por año en más de 140 países del mundo. Ayuda a la Iglesia que sufre, colabora en la construcción de capillas, formación de seminaristas, mantenimiento de religiosos y misioneros especialmente en las regiones más apartadas del mundo, y apoya grandes proyectos de evangelización entre otros, así como también tiende la mano a los católicos del mundo entero que están en riesgo ya sea por persecución, pobreza, guerras, miseria o desastres naturales.
En Colombia, Ayuda a la Iglesia que Sufre apoya a comunidades religiosas tanto masculinas como femeninas, que tienen su campo de acción en zonas apartadas de la geografía colombiana, en donde el difícil acceso y el conflicto armado, suponen un reto pastoral. Especialmente se han visto beneficiadas las poblaciones de los departamentos de Nariño, Chocó y Santander así como también la región de los Llanos Orientales. En estos lugares es en donde se han impulsado proyectos de reconstrucción, construcción y dotación de capillas, formación de catequistas y adecuación de salones para la catequesis, distribución masiva de biblias y la adquisición de medios de transporte para sacerdotes, religiosos y religiosas, de forma tal que se promueva el conocimiento de la persona de Jesús y de su evangelio.