Las mujeres tradicionalmente invisibilizadas, tanto en el drama de la guerra como en la búsqueda de la paz, han sido un fenómeno social poco estudiado por la academia y atendido por el Estado, decía Luz Marina Londoño, investigadora del INER – Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia, en 2003. Sin embargo, hoy la historia es diferente, en el contexto de implementación del acuerdo de paz en el que nos encontramos, las mujeres tienen la posibilidad de ser protagonistas de la construcción de paz en sus territorios.
La incidencia de la lucha armada en el ser mujer en un contexto de combatiente hace una diferencia contracultural y se convierte en la antítesis del modelo patriarcal que caracteriza el ser mujer con la dulzura, delicadeza, fragilidad e inocencia. No obstante, -seguía afirmando Luz Marina Londoño- ¨la reconfiguración de identidades, espacios y prácticas de las mujeres, ocurrida durante los últimos 50 años, parece haber subvertido el ámbito de los imaginarios sociales sobre el ser mujer.
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Una de las manifestaciones visibles de ello es la proliferación de imágenes femeninas guerreras en los grandes medios de comunicación. Este auge de figura de mujeres guerreras pareciera tener un referente en la vida real en la creciente participación de las mujeres como combatientes en las guerras modernas y posmodernas¨ (Londoño 2003).
Según datos del mismo INER, se estimaba que más del 40% de combatientes de las Farc cuando estaban en armas, eran mujeres. Obteniendo un porcentaje también importante de integrantes en el ELN y el EPL.
La instrumentalización para la guerra de diversas formas, en las mujeres colombianas, principalmente campesinas, ha sido evidente en la historia pasada de nuestro país, así mismo, hoy también las mujeres tienen la coyuntura para incidir en la nueva historia del país, aportando de manera activa en la construcción de paz en los territorios, especialmente en los rurales.
Si miramos el caso de las mujeres rurales en el mundo, según la FAO, representan más del 40 por ciento en mano de obra en la producción agrícola del mundo. En algunas zonas de África y Asia alcanzan a ser el 60 por ciento. Algo muy incidente si se considera que, en los países en desarrollo de África y la región de Asia y el Pacífico, las mujeres suelen trabajar entre 12-13 horas más que los hombres por semana.
Otro dato que llama mucho la atención es que, según la FAO, si las agricultoras tuvieran el mismo acceso a los recursos que los hombres, el número de personas hambrientas en el mundo podría reducirse hasta en 150 millones, gracias a los aumentos de productividad.
Un proceso de reincoporación para mujeres
En Colombia no todo está perdido para las mujeres, el país cuenta con el Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, que posee originalidades únicas en enfoques y componentes que dan garantía y reconocen impactos diferenciales del conflicto armado en la vida de las personas. Si lo comparamos con otros acuerdos de paz que se han firmado en el mundo, nuestro Acuerdo Final es una de las concertaciones pacificas entre dos enemigos políticos más flamantes e integrales que se conozcan hasta el momento en el mundo.
Uno de los aspectos diferenciales más importantes del Acuerdo Final, se encuentra en la Estrategia Integral de Reincorporación para las Mujeres, en la que se contempla las diferentes perspectivas que se dan en el proceso de reincorporación para una mujer y al mismo tiempo, propone generar contenidos contextualizados que puedan servir de guía para organizaciones, agencias, instituciones, personas, entre otras, que están interesados en la reincorporación de las mujeres.
Las perspectivas de la estrategia que se vislumbran hasta el momento, contemplan tres componentes. En primer lugar, busca identificar rotundamente las necesidades e intereses de las mujeres, después pone la lupa en la participación política en espacios públicos y en los asuntos que lo permiten y obstaculizan; por último, traza una ruta para la transversalización del enfoque de género en las iniciativas productivas de economía solidaria que emprendan las mujeres.
Avances importantes para lograr equidad de género en nuestras relaciones públicas y sociales como sociedad.
Proyectos como apuesta por la paz desde las mujeres
El proyecto Mujer Mestiza, Indígena y Afrodescendiente, MIA, es una apuesta por construir ciudadanía rural a través del empoderamiento de las mujeres en los asuntos públicos que afectan su territorio y el fortalecimiento de iniciativas productivas que garanticen seguridad alimentaria y autonomía política.
Esta iniciativa es financiada por el Fondo Europeo para la Paz de la Unión Europea y Acción Cultural Popular – ACPO busca desarrollarla en los tres próximos años en zonas afectadas por el conflicto armado como el sur de Caquetá y el norte del Chocó en Colombia con el apoyo de la Diócesis de San Vicente del Caguán y la Registraduría Nacional del Estado Civil.
De este proceso se benefician 26 mujeres excombatientes en proceso de reincorporación que habitan el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación – ETCR Silver Vidal Mora, y 60 mujeres y hombres que habitan los corregimientos aledaños.
Por: Juan Esteban Moreno. Facilitador de ACPO proyecto MIA en Chocó.
Editor: Lina María Serna. Periodista – Editora.