El 23% del total de la población colombiana corresponde a población rural. Eso corresponde a 10.994.460 habitantes rurales, de los cuales más de 5 millones son mujeres. Mujeres rurales colombianas que se mantienen en condiciones de desigualdad económica, social, laboral, por nombrar solo algunas.
Hablar de la mujer rural implica reconocer a las mujeres afrodescendientes, raizales y palenqueras que representan el 10% de la población rural femenina, así como a las mujeres indígenas que representan el 3%.
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Pese a que en el campo el acceso a los derechos transita por un difícil camino, para las mujeres la situación es aún más complicada. Esto lo revelan cifras del Departamento Administrativo Nacional – DANE, en el último Censo Nacional Agropecuario (CNA) realizado en el año 2014.
Las mujeres productoras, quienes trabajan la tierra, representan una pequeña parte en comparación con los hombres, pues ellas, tal como lo muestra el informe estadístico, se dedican a labores de servicio doméstico. Además, las mujeres registran una menor tenencia de y uso de la tierra, 21,9% frente a un 51,7% de hombres productores.
Aun cuando la labor de la mujer productora no se resalte, su trabajo representa el 36,6% de la producción agrícola del país, un porcentaje importante para la economía nacional, que a ellas les deja muy poca remuneración.
Derechos humanos para la mujer rural
Un informe sobre mujeres rurales en Colombia publicado por el Cinep, revela que los indicadores de calidad de vida y goce de los derechos humanos de las mujeres rurales están en una enorme deuda social del Estado.
Organizaciones y colectivos de mujeres se han movilizado y han trabajado para incidir en la construcción de políticas públicas eficaces que tengan en cuenta a la mujer rural como actor fundamental en el desarrollo del país.
Los avances se han materializado en más reconocimiento del trabajo de la mujer rural, sin embargo, esta población aún se mantiene olvidada y relegada a condiciones de desigualdad que repercuten en su calidad de vida.
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Es por esto que, escenarios como la construcción del Plan Nacional de Desarrollo, los congresos de educación, los diálogos sobre política pública, reclaman la presencia de mujeres rurales para una construcción integral en la que las mujeres estén y se sientan representadas.
Alcanzar la Declaración de los Derechos de Campesinos y otras personas que trabajen en las zonas rurales sería otro gran logro para esta población, pues el Artículo 4 de la Declaración reconoce:
“Los Estados adoptarán todas las medidas apropiadas para erradicar todas las formas de discriminación de las campesinas y otras mujeres que trabajan en las zonas rurales a fin de asegurar que, sobre la base de la igualdad entre hombres y mujeres, estas disfruten plenamente y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales”.
Por: Lina María Serna. Periodista – Editora.