Los Obispos de la Región del Pacífico y Suroccidente de Colombia, expresamos nuestra solidaridad a los habitantes del Departamento del Chocó, a la Diócesis de Quibdó y a los pobladores de otras regiones de Colombia en las cuales se ha agudizado el conflicto social y armado.
En diversos momentos hemos advertido sobre las dificultades que viven muchas personas en el territorio del Pacífico y Suroccidente, y hemos solicitado al Estado colombiano una solución integral que resuelva las causas estructurales que están en la raíz de la crisis humanitaria.
Teniendo en cuenta las últimas informaciones sobre la dramática situación en la que se encuentran las comunidades indígenas y afrodescendientes que viven en Bojayá, Bajo Atrato y Urabá; así como las comunidades de las cuencas de los ríos San Juan y Baudó (Chocó), Raposo (Buenaventura) y en los municipios de Nuquí (Chocó), Magüí Payán, Olaya Herrera-Satinga (Nariño) y del departamento de Putumayo, principalmente del municipio de Puerto Guzmán; alzamos nuevamente nuestra voz de pastores y hacemos un llamado a retomar el sendero de la paz en la perspectiva del respeto a los Derechos Humanos, los Derechos de los Pueblos y el Derecho Internacional Humanitario.
Convocamos al Gobierno Nacional como a otras instancias estatales, a establecer condiciones de vida digna y mecanismos de protección para las comunidades y líderes sociales, tanto a Leyner Palacios como a los otros liderazgos que están en riesgo. Así mismo, a atender las alertas por posibles situaciones de connivencia de integrantes de la Fuerza Pública con grupos ilegales, expresadas por organizaciones sociales y de derechos humanos, y por la Diócesis de Quibdó desde años anteriores, y reiteradas en los últimos dos años.
Por su parte, los grupos armados deben entender su condición de agresores de la población civil, y por lo tanto, asumir el rechazo del que son objeto a causa de sus acciones delictivas.
En el comienzo del nuevo año, en medio de la zozobra en la que viven tantos ciudadanos colombianos, reafirmamos la necesidad de encontrar salidas políticas y pacíficas al conflicto armado: con ELN para lograr un acuerdo de paz; y con las AGC y estructuras similares, para que se posibilite un acogimiento colectivo a la justicia. Esperamos la respuesta sincera de los diversos actores, mediante gestos concretos de verdadera voluntad de paz.
El Dios de la vida nos ayude a continuar dando pasos hacia la terminación de todas las violencias, tal como nos ha animado el Papa Francisco en el mensaje de la Jornada Mundial de Oración por la Paz, del primero de enero de 2020: “La Paz como camino de Esperanza: Diálogo, Reconciliación y Conversión ecológica”.
Pedimos al pueblo colombiano oración y compromiso en la construcción de un país equitativo, fraterno y sin violencia.
+ Darío de Jesús Monsalve Mejía
Arzobispo de Cali
+ Juan Carlos Barreto Barreto
Obispo de Quibdó
+ Hugo Alberto Torres Marín
Obispo de Apartadó
+ Rubén Darío Jaramillo Montoya
Obispo de Buenaventura
+ Orlando Olave + Edgar de Jesús García Gil
Obispo de Tumaco Obispo de Palmira
Fuente: Comisión Intereclesial de Justicia y Paz.