miércoles, noviembre 20, 2024
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Mi amigo el taxista

En las congestionadas calles de Bogotá van rodando millones de historias, el origen de millones de habitantes de la capital está en la ruralidad  y aunque sus vidas transcurren entre edificios, semáforos y afanes algunos añoran su tierra natal.

Por: Andrés A. Gómez Martín.

Es mediodía del sábado, Bogotá está en pleno ajetreo, las calles están llenas de automóviles, las gentes caminan con afán por los andenes y un extraño calor que cada vez se hace más recurrente se nota en las pieles y el ánimo de los bogotanos.

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En un  pequeño taxi de camino al centro de la ciudad, un taxista me habla sobre el tráfico que puede demorarnos, sin embargo decidimos seguir por la vía acostumbrada. Al cabo de unos pocos minutos don Carlos me cuenta que si siente un poco agotado, el tráficos de los sábados lo agota y desea irse a su casa a descansar. En medio de la conversación sobre nuestra opción de voto para la alcaldía de Bogotá, Carlos me confiesa que desea regresar a la casa de sus padres en una vereda de Chaparral, Tolima.

Desde hace más  de quince años  que no visita su casa materna, asegura que “ la vida del campo es la mejor vida, así sea con lo mínimo, con unas gallinitas, unos arbolitos de mango, de naranja o de aguacate para que más quiere uno, ver el sol de las mañanitas, el aire fresquito y un cafesito de los buenos…”. Don Carlos  es un hombre de unos 60 años, su cabello ya tiene canas resultado de casi 20 años  conduciendo por la ciudad.

El taxista recuerda que su padre  y su madre eran dos campesinos tolimenses, su madre era de Planadas y su padre de Chaparral, me comenta que uno de los recuerdos que tiene más  claros  de su papá, es verlo caminando al lado de un caballo en donde traían los productos que sembraban en un parcela,  “ el sabor de las naranjas ya no es mismo, cuando era un chirriquitico me las comia todo el santo día y no me cansaba, la naranja  pura del árbol es la naranja que si quita la sed, que sí alimenta..”

Al llegar a mi destino, Don Carlos se despide con una frase que por estos días ha de tener más relevancia en momentos tan importantes en materia social, política y económica; “ ojala el campo se mejore pa´ poder volver”

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