lunes, agosto 4, 2025
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IA, revolución tecnológica y educaciones rurales:“Las políticas públicas no solo están rezagadas sino desconectadas del campo”: Daysi Velásquez

La Inteligencia Artificial (IA) profundizó la revolución tecnológica, y el impacto en el campo no se ha hecho esperar. Según expertos consultados por elcampesino.co, por ahora hay más riesgos que beneficios.

La mayor amenaza consiste en que mientras los avances tecnológicos van muy rápido, cada vez se descuidan más problemas apremiantes y de fondo, asociados a necesidades vitales insatisfechas y a la baja calidad educativa.

Para Daysi Velásquez Aponte, doctora en cultura y educación, ello ocurre porque “la modernización suele entenderse solo en términos de infraestructura tecnológica”. Al intervenir en el pódcast Mundo Rural, agregó que “como sociedad, no hemos sido capaces de priorizar los asuntos vitales para la educación en el país”.

Aumenta la brecha tecnológica

Según la Encuesta Nacional de Calidad de Vida del DANE (2024), el campo colombiano sigue muy rezagado en acceso a internet. Los contrastes son evidentes: “mientras que en el Meta, Tolima, Huila y Casanare más del 60% de esos hogares tienen conexión a internet, en Vichada, La Guajira y Chocó el porcentaje de hogares campesinos con acceso al servicio es inferior al 20% (11,8% en Vichada; 15,2% en La Guajira y 18,4% en Chocó).

Velásquez observa que no solo debe preocupar la baja conectividad sino la escasa apropiación y, en consecuencia, el poco uso efectivo de las tecnologías. En sus palabras, “hay un divorcio con las necesidades didáctico-pedagógicas de las zonas rurales”, pues, o no se entiende, o se pasa por alto, que los aparatos generan temor. Y hace énfasis en la distinción que se hace entre el campo y la ciudad, a tal punto que el modelo educativo no es el mismo.

“Hasta el mismo maestro se ve intimidado, porque se le responsabiliza frente a los eventuales daños o desconfiguración de los equipos”, anota. Y agrega: “El saber del docente rural se subvalora, dado que la productividad tecnológica invisibiliza otras intervenciones del mundo productivo en el ámbito rural, que son reconocidas como otros saberes y otras formas de conocimiento”.

Es una mirada que comparte el también investigador Ómar Villota Hurtado, quien puntualiza en un artículo publicado por la revista especializada Interacción, que uno de los grandes riesgos del uso de la IA está en marginar los saberes de comunidades como las rurales.

Según precisa, así ocurre porque, en la práctica, se tiende a consolidar “una jerarquía del conocimiento situado (en el mundo académico), mediante el control simbólico (el que se ejerce a través del lenguaje, pues unos discursos —los que emiten autoridades reconocidas en cada materia— son amplificados, y otros son ignorados, como suele ocurrir con las voces campesinas).

“Ahora los `ciudadanos digitales´ tendrán que replantear sus saberes, los modos de relacionarse con el conocimiento y las formas de poder/saber a las formas del mundo moderno”, complementa Velásquez. Y formula esta pregunta-propuesta: ¿Cómo hacemos para que haya un uso crítico de las tecnologías, y para que no se limiten las posibilidades de creación ni las posibilidades de desarrollo de niños y jóvenes? La respuesta, dice, está en los programas de alfabetización digital que deben surgir de las propias realidades de las comunidades.

A saldar deudas históricas

Tecnologías sí, pero con condiciones básicas de infraestructura en las escuelas rurales, reafirma la investigadora.

“Un salón digno, un techo digno, una unidad sanitaria que atienda las necesidades básicas de los estudiantes”.

Asimismo, hace un llamado sobre la necesidad de contribuir de manera urgente a reparar las secuelas de la guerra.

“Muchas escuelas rurales estuvieron bajo fuego cruzado, y así quedaron. Nuestros niños y jóvenes siguen viviendo bajo la sombra de la guerra, bajo la sombra de la violencia, pues ven en sus aulas los agujeros que hicieron las balas o la escuela derrumbada por una explosión”, apunta.

Y concluye: “Si no se atiende esta situación, cada vez será más profunda la brecha entre el país urbano y el rural, en términos de lo que pasa con la educación en nuestro país”.

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