Desde Caquetá, Huila y Bolívar, más de 6.000 familias han sido acompañadas por el Secretariado Nacional de Pastoral Social – Cáritas Colombiana en iniciativas que combinan agricultura sostenible, empoderamiento femenino y reconciliación. «Gracias a estas oportunidades hemos sanado corazones, hemos vuelto a ver sonrisas en nuestro territorio», afirma con convicción Piedad Cortés, lideresa de la asociación ASALGPRO, en Algeciras, Huila.
Asociaciones que nacen del dolor… y se convierten en motor de vida
El municipio de Algeciras, único en el departamento del Huila incluido en los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), alberga experiencias organizativas como ASALGPRO, una asociación nacida a partir de procesos de formación liderados por el SENA. Esta organización reúne a mujeres campesinas, víctimas del conflicto armado, madres cabeza de hogar y personas con discapacidad, que hoy trabajan unidas por la reconstrucción del tejido social y el fortalecimiento de la economía local. “Nos organizamos para sanar, producir y ser ejemplo para otras mujeres. Hoy trabajamos con café, banano, gallina criolla y semillas semiorgánicas, pensando en el mercado local e internacional”, explica Piedad.
Sandra Patricia Vargas, fundadora y tesorera de ASALGPRO, recuerda que en 2017 apenas comenzaban con la idea de asociarse. Hoy, la mayoría son mujeres y su liderazgo es notorio: “De 35 familias, 25 somos mujeres. El patriarcado aún pesa, pero hemos demostrado que también podemos liderar, capacitarnos y aportar económicamente a nuestros hogares”.
Ambas coinciden en que, aunque el conflicto marcó profundamente a sus comunidades —desde amenazas hasta desplazamientos—, hoy la asociación es un refugio de esperanza. “Muchas mujeres ya no viven presas del miedo. Se forman, se expresan, sueñan en colectivo; eso también es paz”, señala Vargas.
Pastoral Social: espiritualidad y desarrollo como caminos de reconciliación

Para Cáritas Colombia, la transformación del campo no solo se mide en producción agrícola o generación de ingresos, sino en el fortalecimiento del tejido humano y espiritual. Así lo expresó el padre Mauricio Rey, director de Pastoral Social – Cáritas Colombiana, al explicar que la misión de la Iglesia en los territorios parte del reconocimiento de la dignidad de la persona y la construcción de comunidad como núcleo del desarrollo integral.
“La Pastoral Social incide en todo el país promoviendo procesos que estimulan el desarrollo humano integral. Esto incluye alimentación, nutrición, transformación de productos y formación para el ejercicio de la empresa social”, aseguró Rey. Desde esta perspectiva, la espiritualidad se integra al trabajo productivo como una fuerza que impulsa la reconciliación y la sanación comunitaria.
Uno de los principales programas en marcha es SADER (Seguridad Alimentaria y Desarrollo Rural), que impulsa cultivos como cacao, arroz, frijol, café, miel y caña de azúcar. Estos productos buscan mejorar los ingresos familiares y promover prácticas sostenibles que respetan la biodiversidad y la casa común. «La transformación productiva debe traer un valor agregado, pero también un sentido de cuidado del entorno», afirmó Rey.
Con más de 14.000 personas y 6.000 familias integradas en procesos de asociatividad a lo largo del país, la acción pastoral de Cáritas ha impulsado una visión cultural del desarrollo, una que promueve la paz territorial a partir de la productividad con sentido. ““Se trata de producir con sentido: transformar, aprender, emprender y crecer de manera colectiva como comunidad.”, enfatizó.
No obstante, uno de los mayores retos sigue siendo la falta de recursos para ampliar la cobertura. Actualmente, SADER tiene presencia en departamentos como Huila, Caquetá y Bolívar, pero la meta es llegar a más territorios con alta vulnerabilidad. De ahí la insistencia del padre Rey en invitar a nuevos aliados a sumarse: “Construir la paz requiere alianzas y voluntad política, porque significa llevar desarrollo real a las comunidades”.
Además del enfoque productivo, Cáritas trabaja en líneas de reconciliación, tierra y territorio, protección y formación, con especial atención a víctimas del conflicto armado, firmantes de paz y comunidades en situación de exclusión. “La concertación de paz implica generar oportunidades para que hombres, mujeres, jóvenes y niños encuentren sentido, crecimiento y posibilidad de realización”, explicó.
Finalmente, Rey subrayó que toda acción pastoral parte del reconocimiento mutuo: “Todos somos hermanos, y el desarrollo humano integral solo es posible si nos reconocemos como iguales y construimos experiencias compartidas desde la asociatividad. Esa es la base de una Colombia justa y en paz”.
Un llamado al país

La participación de Cáritas en AGROEXPO 2025 es la confirmación de que, desde los territorios, mujeres campesinas, jóvenes rurales y firmantes de paz están construyendo modelos de desarrollo con dignidad, cuidado de la Casa Común y justicia social. Como concluyó el diácono Víctor Samuel Rojas, “escuchar al campo, acompañarlo, es una forma concreta de vivir la fe”. El mensaje que queda es claro, la paz se cultiva, se transforma y se reparte.