miércoles, noviembre 20, 2024
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Hongo Macrolepiota en estudio como posible complemento alimenticio

Un estudio realizado por una investigadora de la UNAL, simuló las condiciones de producción de este tipo de hongo para determinar su potencial como alimento, constituyendo una alternativa a las proteínas cárnicas.

Según Andrea Portela, investigadora del Departamento de Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), el género de hongo Macrolepiota no es tóxico, sin embargo aún se debe plantear  su uso comestible. Hasta el momento, se ha establecido que cultivarlo de forma controlada sería una opción para comunidades sin acceso a proteína regularmente.

El hongo se encuentra especialmente en bosques donde hay mayor cantidad de pinos, eucaliptos y algunos robles nativos. Además, hay registros de que se consume en Iguaque y Chiquinquirá, Boyacá donde se le conoce como “lechucitas”, pero no hay registros de ningún desarrollo industrial en el país.

Portela resalta que ese género de hongo no es el único comestible, ya que hay variedades que son aprovechadas como alimento y en la medicina. “Los hongos son conocidos como alimentos funcionales y la industria farmacéutica los ha empleado para el tratamiento de enfermedades, por lo que es un campo potencial de investigación en países como Colombia donde existe una enorme diversidad de hongos silvestres aprovechables. No solo existen hongos comestibles, pues hay otros tóxicos y alucinógenos, por lo que se debe descartar que el hongo estudiado pueda ser dañino” mencionó.

Para desarrollar el estudio, primero se recolectó el hongo Macrolepiota, se identificó en el Laboratorio de Fisiología de Hongos de la Universidad y se le realizó una prueba de toxicidad que dio negativo. Cabe resaltar que este género está compuesto por 30 especies conocidas en el mundo que son saprofitas, es decir que crecen en suelos en descomposición, por lo que es posible recrear este ambiente para que el hongo se desarrolle.

“Ya se han cultivado especies como Macrolepiota procera, popularmente hongo parasol, que es reconocido en el mundo por su sabor. Además, tiene alto valor medicinal, es fuente de proteína, vitaminas, altas cantidades de fibra y bajo contenido graso”, señaló Portela.

Crecimiento en laboratorio de Macrolepiota

Se prepararon seis mezclas que contenían 60% agua y una base como aserrín de eucalipto, aserrín mezclado, planta sorgo y cascarilla de arroz u hojas de roble y hojas de eucalipto. Esta base se puso en bolsas de polipropileno cerradas con cuellos de PVC y algodón para esterilizar en un equipo llamado autoclave y en una cabina bajo luz ultravioleta, con el objetivo de matar cualquier bacteria que afecte el crecimiento del hongo.

Después, en cada bolsa con la base se agregó una cantidad del hongo que ya había crecido en otro recipiente (cajas de Petri) para que madurara allí. Posteriormente se trasladó el hongo maduro a bolsas abiertas en un invernadero con una capa de suelo esterilizado y hojas de eucalipto, simulando las condiciones en las que normalmente se desarrolla.

La investigadora recalca que el siguiente paso son las pruebas que determinarán las características físicas según las descripciones de acuerdo a su sabor, textura, olor, color o temperatura, a fin de conocer qué tan comestible es el hongo y estudiar la distribución en el país. Además, se abriría la posibilidad de usarlo comercialmente en el futuro, especialmente en comunidades que tengan dificultades para obtener regularmente una fuente de proteína cárnica.

Por: Isabella Durán Mejía. Periodista.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.

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