A mediados del mes de noviembre del año 2020, el huracán Iota pasó por el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, y según un informe de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), en la isla de Providencia de 1.976 viviendas evaluadas, 908 se encuentran en colapso total, 935 con daños en cubierta y 133 sin afectaciones.
Además, el desastre no solo afectó a las viviendas sino que también golpeó fuertemente a los diferentes edificios que constituyen la isla, “cuando uno llega al aeropuerto El Embrujo el panorama es desolador, hay casas sin techo o destruidas, muchas iglesias impactadas, además de la casa de la cultura, el teatro, la alcaldía, el hospital, una antena de comunicación de la que solo se ven pedazos, barcos de pesca que el viento alzó hasta la vía principal, hoteles y supermercados”, comentó Adriana Santos Martínez, directora de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) sede Caribe, ubicada en San Andrés.
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Asimismo, el corredor costero y el puente de los enamorados, que conecta a la isla de Providencia con Santa Catalina, prácticamente desapareció. Además, según los datos del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt el 70% del bosque de manglar y el 90% del bosque seco resultaron afectados, y apenas se empiezan a ver los daños en peces, corales y pastos marinos.
Por otro lado, la reconstrucción de las viviendas de Providencia no solo es un reto en cuanto al tiempo que tardará (teniendo en cuenta que en aproximadamente seis meses empieza de nuevo la temporada de huracanes 2021), sino que también está el hecho de que un 95 % de la comunidad de Providencia es raizal y su manejo tradicional del territorio en cuanto a la construcción de casas suele ser en madera con diseños autóctonos de los isleños.
En consecuencia, esta reconstrucción de las viviendas no puede tratarse solo de casas prefabricadas o soluciones ya conocidas, por el contrario, se debe hacer de la mano de la comunidad para evitar atentar contra las raíces y costumbres de los habitantes, sin que esto signifique sacrificar la sostenibilidad y seguridad de la construcción.
“Los pobladores quieren mantener su identidad, no quieren uniformarse como un barrio de cualquier ciudad o con la forma de vivir andina. A esto se suma que llegar a Providencia desde San Andrés toma 20 minutos en un avión pequeño, 5 horas en catamarán u 8 en un barco de carga, y que la operación en el muelle no es fácil, por lo que se necesitan las ayudas inmediatas y los planes de reconstrucción a largo plazo”, comentó la directora Santos.
Ligado a esto, Santos Martínez agregó que a pesar de que se ha recibido la ayuda de diferentes territorios de Colombia, de países amigos y de diferentes voluntarios para cuidar niños o levantar escombros, todavía se debe continuar coordinando ayudas con las autoridades competentes para no perder los esfuerzos alcanzados.
Es importante resaltar que el Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio, y la autoridad raizal de la isla, le solicitaron a la UNAL sede Caribe que trabajara en una propuesta para crear una unidad habitacional mínima que cubra los servicios básicos, que sea segura, en línea con el patrimonio arquitectónico, es decir, de acuerdo con la identidad propia de la comunidad, que a su vez funcione como solución rápida mientras se establecen proyectos de construcción a largo plazo.
Finalmente, la UNAL sede Caribe planea realizar una mesa de ayuda sociocultural, otra económica y un trabajo en infraestructura con la Facultad de Medicina de la Sede Bogotá y la Facultad de Minas de la Sede Medellín, a través del Laboratorio Genómico One Health.
Por: Isabella Durán Mejía. Periodista.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.