sábado, enero 18, 2025
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Carta del Campo: La dimensión social y solidaria de la economía

Nos comparten una reflexión sobre la economía y la necesidad de repensar desde una visión humanista que da prioridad a la vida.

La Economía es  una parte vital en la vida del hombre que como tal será su huella permanente independiente de los modelos económicos que se presenten que de otra parte asume ciertas posiciones pues la economía se debe mover dentro de escala de valores, dentro de la escala humana y los sistemas de capital – social haciendo presencia en el ordenamiento de una comunidad, para hacerla crecer y  para mejorar su estilo de vida, jamás para explotarla.

Como ciencia, la economía sin ser exacta se nutre a través de leyes y principios muy propios. La economía responde a la génesis humana como elemento base para atender la necesidad del hombre de transformar, desarrollar y mantener los bienes que nos han sido proporcionados. Humana y acorde a los principios sociales la economía no debe monopolizar o concentrar la propiedad de tal manera que cree un desplazamiento o desestímulo  sobre los bienes y servicios. Entonces una sociedad  con sentido humano se caracteriza por la unión de fuerzas sociales para el bien común pero muy distintas a la perversidad de las fuerzas de la globalización cuyo  común denominador es el crecimiento de la pobreza del lado débil y de la riqueza  del lado  fuerte.

Se ha criticado que las crisis económicas se deben a los sistemas imperantes del momento, hecho que es motivo de revisión pues no son las teorías o los sistemas los causantes de las barbaries sino la falta de ética de los dirigentes de esos sistemas y del sentido humano de los capitales. Los distintos rasgos económicos por los que ha atravesado la humanidad no han dejado huellas saludables. Unos y otros han desestabilizado el orden social generando procesos individualistas concentradores de riquezas. Ninguna posición económica ha sido capaz de responder ante las necesidades sociales y los derechos del hombre a sabiendas que es el hombre su generador.

La doctrina económica solidaria reconoce derechos de propiedad siempre y cuando esos derechos no desemboquen en abusos, en inadecuados usos de los recursos y la búsqueda de alternativas con orientación responsable. El derecho de propiedad para generar compromiso social debe convertirse en un deber de solidaridad, de responsabilidad social que dé valor a la dignidad y al trabajo humano. El mundo en su totalidad está dado por el equilibrio tanto de la naturaleza como de su composición social, pero el hombre ha roto ese equilibrio generando un descontrol con sus conductas agresivas que han llegado hasta el desgreño de la naturaleza.

Hoy se habla de una globalización más centrada en lo económico, pero no tiene sentido tal magnitud pues sus bases no se hallan circunscritas a un pacto social para el bien común. Una globalización si busca que todos los pueblos sean parte de procesos solidarios no puede aceptar que se deleguen unos para favorecer otros. La globalización debe buscar fuentes globales de trabajo que combata cualquier economía de mercado que amenace la libertad al trabajo, a la propiedad, a los recursos, a los valores humanos, a toda desigualdad.

La participación de la economía en el desarrollo social se considerará en la medida de políticas responsables integradas donde la participación ciudadana esté involucrada abriéndose espacios culturales, sociales, políticos, religiosos para una convivencia sana y digna. El consumo crea entonces necesidades donde no las hay, pero si quieres ser superficial debes unirte a esa línea comercial dentro de una cultura disque de la libertad del amor por lo que tienes o usas y no por lo que eres como persona. 

Una economía humanista, solidaria hace eco a un sistema financiero de principios éticos donde la usura y el desgreño del mercado financiero no debe tener espacios, donde ningún método de producción y comercialización desigual se alce triunfante y por el contrario sea combatido. Una economía humana y solidaria se conduce por el respeto al trabajo y éste se sublime como un medio para progresar y dignificar al hombre, y se respete el derecho de asociación.

La empresa solidaria es una sociedad de capital humano y material donde ambos conjugan responsabilidades para el bien común, para generar trabajo y en su proceso considera un abanico de vínculos o vasos comunicantes como la tecnología, las finanzas, la cultura, el medio ambiente, el comercio, las comunicaciones, y otros conexos. Pero la vocación solidaria se pierde en la oleada de la economía salvaje que aniquila la sociedad en un torbellino de desigualdades. En la lucha global contra la economía predominante que invade sin clemencia surgen aliados o factores desmoralizantes en lo político, lo social, lo religioso, lo laboral y lo familiar. 

No cabe duda que el capitalismo exige una revisión a fondo en todos sus contextos individualistas, neoliberalismo, expansionismo fomentador de poderes minoritarios y de la globalización   concentradora   y exportadora de riquezas, de ideas, de pensamientos, de sistemas que impiden la colectivización. La economía como ciencia social integra al hombre por su contexto de llevar a cabo actividades productivas donde el hombre se enfrenta a sí mismo, y con el otro en un diálogo integrador para obtener un mismo fin. Desafortunadamente, la economía compite de manera egoísta, pues los sectores productivos y financieros como integrantes de un sistema desigual agrede el bien común frente a sus propios intereses.

Urge acelerar ese compromiso social que viene diciéndonos cómo propiciar acciones conjuntas para solucionar los problemas que el hombre mismo ha creado como la violencia, la corrupción, el desgreño de los gobiernos y de otros organismos sociales, el inadecuado uso de los recursos naturales, la falta de control y el ejercicio de una justicia acordes con los principios, los valores y los derechos fundamentales. Digitar la economía con sentido solidario compromete reflexionar sobre la moral y la ética de los que tienen el control económico y financiero para encauzar el ejercicio de la responsabilidad social soporte para una excelente gestión pública.



Por: Mariano Sierra. Habitante rural.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora. 

 

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