sábado, diciembre 14, 2024
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#Opinión: El complejo camino de la paz

Una propuesta que busca contribuir a la construcción de paz, a través del generar oportunidades económicas a las mujeres excombatientes para que se conviertan en auténticas lideresas del cambio.

Tras los acuerdos de 2016 de La Habana, se ha abierto un horizonte de esperanza para Colombia. El viejo conflicto que ha cercenado tantas vidas en el país tiene una esperanza de resolverse, y que, por fin, se llegue a una resolución pacífica que ponga punto y final a la violencia que ha sembrado de dolor a Colombia durante más de 50 años. Pero lograr esta ansiada paz exige grandes esfuerzos, y un largo camino que debe andarse bajo las bases de convivencia y el perdón.

Este proceso es observado por toda la sociedad internacional, y muchos de los países que la conforman están apoyando activamente los avances de la construcción de la paz, para que esta sea sostenible y duradera.

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En el marco de esta colaboración internacional, la Comisión Europea, en su decidido impulso para contribuir en Colombia a que el fin del conflicto se consolide, presentó el Fondo Fiduciario de la Unión Europea por Colombia que agrupa los recursos de diferentes donantes que ayuda a la aplicación del Acuerdo de Paz y a la recuperación temprana y la estabilización después del conflicto.

ACPO con la inestimable ayuda de sus aliados, Diócesis de San Vicente del Caguán y Registraduría Nacional del Estado Civil presentaron una propuesta que buscaba contribuir a esta construcción de la paz, a través del generar oportunidades económicas a las mujeres excombatientes para que se conviertan en auténticas lideresas del cambio a través de su inclusión económica y social, de ellas y sus comunidades, dentro de la sociedad colombiana y el Estado de Derecho.

El proyecto denominado MIA (Programa de desarrollo socioeducativo para la mujer excombatiente del conflicto armado en Colombia) presenta la oportunidad para que 15 mujeres en proceso de reincorporación de las antiguas FARC participen de los conocimientos técnicos agropecuarios que la Ciudadela Amazónica Don Bosco ha estado aportando a la comunidad caqueteña durante años.

La Ciudadela, institución que pertenece a la Diócesis de San Vicente del Caguán, proporcionará conocimientos técnicos a estas mujeres en temas de producción agrícola y ganadera, para que los puedan aplicar en sus comunidades y de esta manera generen una real opción para que definitivamente, las armas sean cambiadas por las herramientas productivas, y que el silencio del cese del fuego se convierta en una realidad.

Esta experiencia que adquirirán las mujeres excombatientes en la Ciudadela a través de las becas, les permitirá, por un lado, terminar con estos años de conflicto, y por el otro, que estos aprendizajes se conviertan en una alternativa palpable a la guerra, y una fuente de ingresos estable que les permita desarrollar sus iniciativas productivas en paz y convivencia con sus comunidades.

Es un nuevo futuro, en el que ACPO, la Ciudadela y la Diócesis de San Vicente del Caguán, y Registraduría, apuestan de una manera firme y decidida, a través del apoyo a las mujeres en proceso de reincorporación, y que éstas sean reconocidas como lideresas transformadoras y constructoras de la paz, logrando que ellas enriquezcan el tejido productivo de la sociedad caqueteña, e involucren a sus comunidades de excombatientes y a la sociedad en general en lograr superar definitivamente el conflicto, y que esas manos que otrora empuñaban armas, ahora trabajen por la sociedad colombiana.

Por: Carlos Ruiz Sáenz. Equipo Editorial El Campesino.

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