El café, fruto de la planta que todos en algún momento de la vida han consumido y que, sin importar el lugar de procedencia del grano, lo han tomado para obtener de este tradicional liquido una energía casi mágica, que al igual que en las mejores épocas del desarrollo agrícola, es motivación para las difíciles tareas de un país que parece sufrir colectivamente, pero disfrutar individualmente.
Los monocultivos y con esto el café como una de las primeras actividades de este tipo en Colombia, nos aproxima a épocas doradas de la economía nacional, donde además de generar una inserción al mercado internacional por medio del sistema de hacienda, logró un desarrollo industrial, especializando regiones en la reproducción de los cultivos predominantes.
Cabe indicar que los sistemas cafeteros a diferencia de los cultivos agroindustriales, que hacen parte de los actuales retos económicos, presentan enormes factores positivos; pues las repercusiones que suelen darse en términos ecológicos y sociales se presentan en diferentes elementos.
Líbano (Tolima), municipio agrícola con altura promedio de 1.565 metros sobre el nivel del mar y una temperatura entre los 18 y 20 °C, posee sus límites en el norte con los municipios Villahermosa y Armero, al oriente con Lérida, al sur con Santa Isabel y Venadillo y al occidente con Murillo.
El territorio, tiene una extensión total de 299,44 km2, en donde casi la totalidad de pobladores que allí residen, adquieren vínculo con la economía y modo de vida campesina. (Le puede interesar: En Silvania – Cundinamarca, los líderes impulsan la educación rural)
La falta de mosaico vegetal en las regiones cafeteras ha logrado permear diversas zonas donde el cultivo agrícola de pan coger, que funciona como alimento de las familias campesinas, ha reducido, llevando así a los habitantes rurales a profundas dificultades en sus modos de producción y relacionamiento con la tierra.
La participación que se gesta desde las aulas rurales
Por esto, se hace necesario observar los proyectos educativos que sobresalen en términos ecológicos y sociales, debido a que contribuyen en la formación de nuevos sujetos del campo.
La Institución Educativa el Tesoro (I.E.T.), ubicada en este mismo municipio, con las diversas dificultades que agobian a los territorios rurales, sitúa su carácter en criterios educativos propuestos por el Ministerio de Educación Nacional, posicionando en la educación básica primaria un modelo de escolarización con el que se busca afrontar los multigrados en escenarios rurales.
Además, implementan un modelo de educación básica secundaria conocida como posprimaria rural, que desarrolla áreas obligatorias, sumado a proyectos de carácter pedagógico-productivo, y por último, una educación media rural para la continuidad en los grados 10º y 11º.
Huerta escolar: trabajo entre estudiantes, profesores y comunidad
Dicha institución desarrolla dentro de su plan de trabajo enormes ventajas, debido a la implementación de la huerta escolar rural como escenario de investigación y acción de los estudiantes, profesores y comunidad de las veredas. Su sede principal está ubicada al margen derecho de la cuenca del río Recio, a una distancia de 15 kilómetros en trocha hasta la cabecera municipal. Además, la I.E.T. lleva a cabo diversos trabajos educativos con enfoque agrícola.
Dentro de la distribución de tareas que asume cada uno de los grados de secundaria en el huerto escolar, está la realización de un cronograma que posee actividades tales como la limpieza del terreno, el abono, la resiembra, el análisis y control de plagas y el mantenimiento, adecuación de terrazas, asignación de roles, entre otros.
Ejecutar proyectos productivos que brinden la participación activa de los estudiantes, ha generado la organización interna dentro del huerto, lo que posibilita una productividad adecuada según lo establecido por los diferentes grados, los diversos productos y procesos que se aplican en la siembra, mantenimiento, recolección y transformación.
Por: Alexander Rivillas Rincón. Estudiante Universidad Pedagógica Nacional.
Editor: Lina María Serna. Periodista.