A propósito del ranking de los 100 mejores colegios, publicado por la firma Sapiens Research: 100 MEJORES POR MATERIAS Y TOP 2018, es necesario reflexionar acerca de la posición que tiene la educación rural en nuestro país; teniendo en cuenta que las cifras del último Censo Nacional Agropecuario (CNA) en 2014 son desalentadoras y esta realidad no parece cambiar.
En la lista, figuran colegios de 31 departamentos y municipios del país, que por cierto, se trata de ciudades principales y/o municipios cercanos a cascos urbanos. Lo que quiere decir que los colegios que se encuentran en municipios alejados a las zonas urbanas, no alcanzan el umbral exigido que los ubique en una de las cien posiciones. Le puede interesar: Sembrar educación para cosechar bienestar en el campo
Los colegios que marcan la lista son principalmente de Bogotá, con 40 puestos, en su mayoría privados. Le sigue Cali con 8, Cartagena con 5, Medellín con 4, Bucaramanga, Barranquilla y Pereira con 3.
Algunos de los municipios que aparecen en la lista son Pamplona con el primer y único puesto de la lista, le sigue Floridablanca con cuatro puestos, Chía, Cota y Barrancabermeja con dos puestos cada uno.
En el campo son más notorias las brechas de la educación
La brecha es grande, teniendo en cuenta que la mayoría de instituciones que aparecen en la lista son de carácter privado; lo que deja entrever que la formación de calidad es más costosa y a ella acceden sólo quienes cuentan con estabilidad económica y laboral.
Ahora bien, los colegios rurales son minoría en la lista y es precisamente eso lo que nos permite entender que la educación rural en Colombia aún es muy débil y de escasa calidad. Esto influye en las condiciones de vida de las familias rurales dado que, según estimaciones del último CNA, el 23,5% de los hogares censados se encuentra en condición de analfabetismo.
Lo anterior se traduce en “el nivel educativo y la falta de acceso a bienes públicos y sociales contribuyen a la pobreza de la población rural y estimulan el abandono del campo por los jóvenes”, así lo menciona el Manifiesto por una política pública para el educación rural en Colombia de la Corporación Nacional para la Educación Rural.
Si bien se han aunado esfuerzos educativos no formales, como es el caso de las Escuelas Digitales Campesinas de Acción Cultural Popular – ACPO, que han llegado a asentamientos rurales y han permitido fortalecer distintas competencias en habitantes rurales; los índices de educación en el campo son tan escasos, que 28% de los jóvenes rurales no les gusta o no les interesa estudiar según el CNA.
Por: Lina María Serna.