El tema del entretenimiento es parte de los sueños que la radio despierta con su nacimiento. En esta línea es clara la diferencia entre el modelo de radiodifusión que se desarrolla en Europa y el que se propaga por el territorio estadounidense.
En el Viejo Continente la radio (tanto en las democracias liberales, como en la Unión Soviética y la Alemania nazi) se desarrolla como servicio del Estado, controlado por elites, bien de los partidos en el poder, como de intelectuales, según la situación política de cada país. Este modelo centralizado tiende a privilegiar las funciones educativas y culturizantes de la radiodifusión, con énfasis en o que para el momento es cultura, es decir, alta cultura. La publicidad es atendida como avisos del Estado y promoción de actividades culturales y educativas.
Mientras tanto, en los Estados Unidos, país de la iniciativa privada la radio se desarrolla de forma similar a como lo hicieron en su momento los periódicos como resultado de pequeños empresarios, que llevan las ondas hertzianas por todo el vasto territorio continental. El gran motor de desarrollo es la publicidad comercial y con ella surge la necesidad de atender los gustos del oyente como forma básica de determinar los contenidos de la programación y de su mano los estudios de audiencia.
La radio estadounidense crece al lado de la promoción de las diversas músicas populares producidas por la industria fonográfica, que en Europa son virtualmente inexistentes. El Jazz y el Blues tienen en las emisoras sus grandes aliados y poco a poco, junto con otras formas musicales, se convierten en el eje de la programación, de la mano de las presentaciones en vivo de las Big Band y los cantantes que dan origen a la música popular. De esta manera el entretenimiento llega a ser el eje de la oferta radial en los Estados Unidos, mientras que en Europa camina por otros derroteros (Diaz, 1984).
Colombia, en este contexto, desarrolla su industria radiofónica a partir de la iniciativa privada, a pesar de la pionera instalación de la ya legendaria estación HJN, de propiedad del Estado, en 1929. En forma rápida las principales ciudades del país cuentan con varias frecuencias y para 1936 se habla de veintisiete estaciones distribuidas en Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena, entre las principales capitales, y ciudades como Pereira y Armenia que para la época podrían estar entre los cincuenta mil y setenta mil habitantes, contaban con una o dos estaciones, a pesar de no ser capitales departamentales (Pérez, 1998).
Cuando Radio Sutatenza nace la oferta de entretenimiento estaba consolidada con la presencia de radionovelas, programas de variedades con música en vivo, humor y concursos, además de radioperiódicos, que sirven de voceros a los diferentes puntos de vista partidarios a lo largo y ancho del territorio nacional habitado. No hay datos de audiencia, pero puede inferirse la buena acogida del naciente medio teniendo en cuenta el rápido y desconcentrado aumento de estaciones, así como el hecho de que el analfabetismo de adultos es alto, y la radio tiene la gran virtud de no requerir habilidades particulares para su consumo.
En este campo, Radio Sutatenza no es ajena a la necesidad de entretenimiento en su programación, y desde muy temprano aparecen programas de música, humor y radionovelas, aunque todos estos géneros orientados a servir al propósito educativo del proyecto. Personajes como Emeterio y Felipe, de importante presencia en la radio comercial, aportan con frecuencia temas musicales y humor en las ondas de Sutatenza, para solo citar un ejemplo.