Máxima Acuña cuenta su versión de los hechos en los que resultó herida.
Máxima Acuña, quien recientemente fue galardonada por el premio medioambiental Goldman, fue atacada en sus tierras, presuntamente por empleados de la empresa minera a la que se ha enfrentado.
Por medio de redes sociales, la familia de la campesina Máxima Acuña denunció que empleados de Newmont, multinacional minera estadounidense que explota la mina de Yanacocha en el norte de Perú, la agredieron físicamente con tal gravedad que debió internarse en un hospital para tratar sus heridas. Además, los agresores habrían destruido los cultivos localizados en su propiedad.
Acuña se volvió famosa por su resistencia ante la explotación de Yanacocha, la mina de oro más grande de Suramérica. La expansión de la mina buscaba apropiarse de la zona conocida como Tragadero Grande, donde ella vivía con su familia. Finalmente, esperaba apropiarse de las lagunas de la región, para que le sirvieran como botadero de sus desechos.
La familia Acuña vive de cultivar papas, que comercia localmente, y se abastece con otros cultivos y de un par de animales de ganado. En 2011, la Newpont llegó a desalojarlos y tumbó su humilde casa, alegando ser los propietarios de la tierra. Allí comenzó la lucha de Máxima, quien fue encarcelada por ocupación ilegal del terreno que con mucho esfuerzo había adquirido con su esposo.
La campesina peruana terminó en la cárcel, pero no se dejó amedrentar por el poderío de la multinacional minera. Conoció a la ONG Grufides, que brinda asesoría a la comunidad afectada por la minería en Cajamarca, el estado donde queda Yanacocha. A pesar de no saber leer ni escribir, se convirtió en vocera de su comunidad y se enfrentó a las acusaciones legales que Newmont le imputó. Logró que se anulara su sentencia y se le reconociera la propiedad sobre su tierra.
El reconocimiento que ganó Máxima Acuña impulsó al resto de la comunidad a unirse para luchar contra los intereses de Newmont. Lograron impedir que accedieran a la Laguna Azul y las tierras en zona de páramos que les suministran el agua. El testimonio de esta campesina peruana ha sido ejemplo para movilizaciones por todo el continente, lo cual eventualmente la llevó a ganarse el prestigioso premio Goldman, que busca reconocer a “héroes ambientales”, que con esfuerzos locales han logrado cambios positivos para proteger sus recursos naturales.
Sin embargo, la fama no ha impedido que la Newmont continúe su acoso a los Acuña. Además del grave ataque de esta semana, la empresa mantiene un sistema de intimidación constante, con la excusa de que siembran en su territorio. Han cercado el terreno de la campesina, limitando su espacio y movimiento y constantemente destruyen sus cultivos. Organismos internacionales como la CIDH y Amnistía Internacional, elevaron protestas por los maltratos recibidos y, junto con los encargados de entregar el premio Goldman, exigieron a las autoridades protección para Máxima Acuña y sus familiares.