A pesar de las regulaciones de la Corte Internacional de Justicia, sigue la caza masiva de ballenas en Japón.
Por: Daniela Ballesteros Novoa
Practicante del Colegio Tilatá
El 24 de marzo del 2016 arribaron cuatro barcos japoneses que se encontraban en un viaje de más de 100 días por los mares de la Antártida, en donde se realizó la matanza de 333 ballenas minke. Además, según reportes de RPP Noticias, el 69.07% del total de ballenas cazadas eran hembras y de este porcentaje el 90% (207) estaban embarazadas. A pesar de estas altas cifras de caza de ballenas, Japón no ha parado esta actividad pues sigue usando como justificación que estas cacerías son realizadas con fines científicos.
La Comisión Ballenera Internacional (CIB), en 1982 dijo que está prohibida la cacería de ballenas para comercializar su carne, sin embargo, mantuvo el permiso solamente para fines científicos o para la subsistencia de la población aborigen. Esta excepción ha servido como “justificación” para continuar con esta atrocidad.
Sabiendo que Japón justifica sus acciones con esta regla, vale la pena cuestionar la veracidad de sus excusas pues la carne de ballena igual termina en el mercado. Como respuesta a ésta crítica la Agencia de Pesca en Japón se defiende mencionando que para las investigaciones científicas se requieren métodos letales y el CIB exige que después de realizadas las investigaciones lo restos deben ser aprovechados al máximo.
A partir de estas discusiones fue que en el 2014 la Corte Internacional de Justicia decidió que el programa de caza de ballenas en Japón no cumple con los requisitos exigidos por la ley, anulando la licencia relacionada con este proyecto que anualmente capturaba 950 ballenas. La caza de ballenas en Japón ha sido una actividad tradicional desde hace mucho tiempo, pero a partir de la Segunda Guerra Mundial se intensificó, por la crisis vivida lo cual impulsó la industria ballenera hasta llegar a consumir 200 mil toneladas de carne de ballena al año. Hoy en día se ha reducido, llegando a ser un 2.5% del consumo previo.
Con esta gran reducción lo único que termina manteniendo a flote la industria ballenera acaban siendo los subsidios proporcionados por el gobierno japonés. A partir de esto queda la pregunta, si la industria ballenera está siendo poco rentable y su consumo ha disminuido de tal manera entonces, ¿por qué Japón sigue cazando ballenas?