Familia, promotora de valores y virtudes humanas.
Por: Nicolás Galeano
Es cierto que cada familia es totalmente distinta, cada una contiene un estilo propio que la hace única; en cuanto a sus labores, actividades y gustos, en su manera de divertirse, de relacionarse con otros, en su modo de pensar, de compartir, de manifestar sus sentimientos, emociones y afectos, en fin, cada familia posee una esencia que la identifica y la diferencia de las otras.
En medio de estas particularidades, hemos recibido de la familia algo en común: sus múltiples y valiosas enseñanzas, valores y virtudes que se han quedado, a manera de tesoro en nuestro corazón y que nos han aportado a nuestro crecimiento y formación humana, bien sea, para afrontar cada uno de los momentos de nuestra vida o para tomar decisiones, aconsejar, instruir, y ayudar a amigos, compañeros e incluso a nuestros mismos familiares.
¡Quién no recuerda, por ejemplo los primeros consejos de nuestros padres o abuelas al momento de iniciar la escuela o el colegio, de dar las gracias así sea por haber recibido un simple dulce por parte de otra persona, de respetar a los adultos y las cosas ajenas, de cumplir con nuestras tareas y compromisos, de asistir a la Iglesia con devoción y respeto, de ser serviciales y atentos con los otros, de evitar las mentiras y hablar siempre con la verdad, de valorar cada una de nuestras pertenencias ya que estas fueron adquiridas con esfuerzo y entrega; en fin, pequeñas cosas que nos fueron formando y que gracias a estos consejos y valores inculcados podemos agradecer las personas que hoy en día somos.
No en vano la familia es llamada la primera escuela de aprendizaje y de valores humanos, así lo señaló en su momento el Papa Juan Pablo II cuando afirmaba que “el mundo no puede avanzar sin la familia, célula vital de la sociedad y primera escuela de la vida del hombre”. Sencillamente la familia es escuela, porque alrededor de ella se gestan los vínculos afectivos, es allí donde se quiere, se aprende a querer, amar y acoger a cada uno por igual y por lo que es, con sus cualidades y defectos, donde los valores aprendidos en la intimidad de cada hogar no se agotan, sino que por el contrario se afianzan cada vez más en la medida en que son practicados por cada miembro y compartidos con los demás.
Cada familia es única, inigualable y cada miembro que la conforma la enriquece, le da ese toque original y la lleva a su vez, a descubrir su gran vocación: la de ser maestra de vida, amiga de camino, promotora de la vida y el amor, signo de unión y fraternidad. Es por ello que la familia como célula vital de la sociedad está llamada a servir, cooperar y colaborar en medio de la sociedad, para que los valores y virtudes que encierran a la familia se vean reflejadas cada vez más y con mayor fuerza en medio de una sociedad que en ocasiones parece olvidar sus fundamentos y principios.
Luchemos para que la familia vuelva a ser el centro de la sociedad, luchando por inculcar los valores que tanto se necesitan en esta sociedad electronica
la familia es una de las grandes bendiciones que Dios nos ha permitido tener. Disfruta cada momento,compartamos la paz, el amor y la felicidad.
Es cierto que cada familia es totalmente distinta, cada una contiene un estilo propio que la hace única; en cuanto a sus labores, actividades y gustos, en su manera de divertirse, de relacionarse con otros, en su modo de pensar, de compartir, de manifestar sus sentimientos, emociones y afectos, en fin, cada familia posee una esencia que la identifica y la diferencia de las otras.