Día del libro, del idioma, de la lengua, de Cervantes, de Shakespeare, de Inca Garcilaso de la Vega y de otras muchas y muchos. Al fin y al cabo, un día para reconocer el valor del libro y sus literaturas.
En 1995 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) decidió proclamar este día como el Día Mundial del Libro. Parece ser que fue en España donde dio comienzo esta celebración, concretamente en Cataluña, sí, en Cataluña como una idea de un escritor valenciano que recibió el respaldo del entonces rey y que se instauró un 7 de octubre de 1926. Desde 1930 la festividad se estableció el 23 de abril (día de Sant Jordi).
Celebrar los libros, igual que celebrar la Tierra, es celebrar la vida. Una muestra para elogiarlos sería recordar el que dicen es el libro más extenso “La Historia de la Humanidad”, obra editada por la Unesco con un trabajo que comenzó en 1952 y que culminó en 2011. En ella, más de mil seiscientos expertos han elaborado seis colecciones de siete tomos cada una para recoger nuestra larga, pero breve si la comparamos con la existencia del universo, historia.
También mencionar el más corto, parece ser que es, al menos de los escritos en castellano, “El emigrante” del mexicano Luis Felipe Lomelí y que dice “¿Olvida usted algo? – Ojalá”. Breve y contundente. Aunque para muchos el referente sea ese magnífico cuento en siete palabras de Augusto Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
Un recuerdo justo a los libros y a sus autoras y autores no tendría fin ni cabida en este texto. Confiemos en que las crisis y los afanes del hombre permitan que los libros sigan estando ahí y aquí, que nos acompañen, que nos hagan pensar, sentir e ilusionarnos.
“Es realmente bonita nuestra carabela (…). Se la pedí para buscar una isla desconocida” (Saramago).
“Siempre hay que defenderse con la palabra de quienes pretenden quitárnosla” (Caballero Bonald).
“Hay cosas que no pueden decirse, y es cierto. Pero esto que no puede decirse, es lo que se tiene que escribir” (Zambrano).
Que la cuestión sea o no sea, que soñemos en una noche de verano o que nos protejamos de la tempestad, lo importante son los libros y lo que nos permiten imaginar. Por la humanidad comprensiva y solidaria, por ese humanismo mestizo tan ausente y para seguir creyendo en la utopía: “Aunque en Indias si dicen sois un mestizo lo toman por menosprecio, me lo llamo yo a boca llena” (Garcilaso de la Vega).
“Lo más difícil, lo más importante, lo más necesario, lo que de todos modos hay que intentar, es conservar la voluntad de luchar por una sociedad diferente, sin caer en la interpretación paranoide de la lucha” (Zuleta).
“Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían, ignoraban estas dos palabras de ´tuyo` y ´mío`” (Cervantes).
Intentemos cambiar el mundo con los libros, que puede que sea una locura pero en todo caso sería de justicia. Por eso me reafirmo en seguir soñando caminos, aquellos y muchos otros que los libros me abrieron, esperando encontrar algún día la utopía de mi sueño.
Por: Ignacio “Iñaki” Chaves. Equipo Editorial El Campesino.