Monseñor Ismael Perdomo fue el arzobispo de Bogotá entre los años 1928 y 1950. Su vida refleja la vida de un santo, desconocido para muchos.
Por: Luis David Parrado Traslviña
Los santos se caracterizan, entre otros aspectos, por poner en práctica las enseñanzas de Jesús y por buscar que sus vidas se parezcan a la del Señor. Ejemplos hay muchos: san Pablo apóstol, san Francisco de Asís, el santo Cura de Ars, santa Teresa de Calcuta, santa Marta, entre otros. Nuestro país no es ajeno a ello, ya que recientemente fue canonizada la Madre Laura. Pero nuestra Iglesia puede llenarse de alegría, ya que, confiando en la obra del Señor, podremos tener otro santo colombiano.
Ese “futuro santo” se ve reflejado en la figura de monseñor Ismael Perdomo, arzobispo de Bogotá. Un obispo que, como dice la oración, por su causa de canonización fue bendecido por la fortaleza de su fe, su inmenso amor por la virgen María y su opción preferencial por los pobres. Un obispo que tuvo que realizar su ministerio en uno de los momentos más duros de la historia colombiana: el Bogotazo (9 de abril de 1948).
Monseñor Ismael nació en Gigante (Huila), un 22 de febrero de 1872. Y desde niño sintió el llamado al sacerdocio. Ingresó al seminario mayor de Bogotá en 1889 y fue ordenado sacerdote en 19 de noviembre de 1896. La ordenación sacerdotal de monseñor Perdomo fue el inicio de las maravillas que el Señor haría en su vida.
A la edad de 28 años (1903) sería ordenado obispo, teniendo como primera diócesis la de Ibagué. Su inmenso empeño por llevar el evangelio a todos los rincones de su diócesis lo llevó a salir de sus propias comodidades, viéndose su salud seriamente comprometida. Sin embargo, Dios mismo se encargó de brindarle lo necesario, ya que Él lo tenía para una tarea más grande.
En 1928 fue designado como arzobispo de Bogotá, y fue un periodo de buenos y malos momentos para él. Fue culpado de la caída del partido conservador de la presidencia de Colombia y tuvo que sufrir uno de los episodios más tristes de nuestra historia: el Bogotazo (9 de abril de 1948). Por otra parte, fue el responsable de construir uno de los edificios más hermosos de Bogotá y del país: el Seminario Mayor de Bogotá. Monseñor Perdomo, lleno del amor de Dios y del Espíritu Santo, supo gobernar la Arquidiócesis con humildad y alegría.
Pese a todo, monseñor Perdomo vivió los últimos días de su vida sufriendo los prejuicios de una sociedad que empezaba a ver en la Iglesia Católica un punto para descargar todo su odio. Lleno de amor a Dios y rodeado de sus más leales amigos, moriría el 3 de junio de 1950 en el mismo seminario que construyó. Sus funerales fueron un evento nacional, ya que el mismísimo presidente (Mariano Ospina Pérez) estuvo postrado a sus pies.
Toda la obra de monseñor Perdomo llevó a que su camino hacia la canonización empezara años después de su muerte. Este proceso inició en 1962 y continúa hasta la fecha, llenando al pueblo católico de esperanza y de fidelidad al Señor. La vida de monseñor Perdomo nos enseña que alcanzar la santidad si es posible y no se necesita de grandes obras, ya que la santidad se logra en la misma vida cotidiana, buscando agradar al Señor en todo lo que se haga.
Para saber más:
Arquidiócesis de Bogotá (2016). Vida del Siervo de Dios Ismael Perdomo, arzobispo de Bogotá. Bogotá, editorial Kimpres.
Orduz, J. (1984). Monseñor Ismael Perdomo, su vida y su tiempo. Bogotá, publicaciones del Seminario.
Hola, soy Francilena Gaitán Muniz, mi madre era hija de la prima de monseñor Ismael Perdomo, quisiera saber si ustedes me pueden dar información acerca de la historia familiar,
Gracias.
Hola soy hija de Libia Perdomo Quintero, hija de Wenceslao Perdomo, sobrino de Monseñor Perdomo. Me gustaría conocer más de la familia si quiere puede comunicarse conmigo [email protected]