Una historia más de violencia de género en el país

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El caso de Ángela es, de acuerdo a cifras de comisaria de familia uno de los más recurrentes en el momento de denunciar violencia intrafamiliar.

Por: ElCampesino.co

«Estaba cansada de que mi papá viviera borracho, de que discutiera con mi madrastra, de estar peleando con mis cuatro hermanos pequeños viviendo en unas condiciones de hacinamiento e intranquilidad. La única salida que yo veía era encontrar a mi príncipe azúl y apareció.

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Él era un hombre muy detallista pero tenía lo que para mí era un pequeño defecto: los celos. Cuando nos conocimos yo tenía 14 años, él tenía 30. Él me regalaba ropa, collares y decía que me amaba y yo pensé, aquí llegó lo que estaba buscando: aquí llegó el amor.

Sí, desde el inicio veía que él era un poco posesivo y que a veces no dejaba que yo saliera con mis amigos o hiciera ciertas cosas, pero no lo vi como algo alarmante, lo vi como alguien que quería lo mejor para mí y seguí con él.

A los 18 años decidí irme de la casa. Yo veía que estar con él era el camino correcto, porque todas mis amigas lo habían hecho así y tenían una estabilidad económica con su pareja. Él me mostraba bienestar, calidad de vida, tranquilidad.

Ni siquiera tenía que trabajar porque él me iba a dar todo y con ese argumento fue que él me dijo: salte del colegio. Yo me salí. En el mismo momento en que me fui a vivir  con él me trajo sus dos hijos de la relación pasada, ya entonces pasé de ser la niñera de mis hermanos a ser la niñera de sus hijos. Seis meses después resulté embarazada de mi primer hijo.

La primera alarma que me avisó que algo no estaba bien, se dio en la primera semana de vivir juntos, cuando me armó un Show de celos con su hermano diciendo que yo lo estaba seduciendo. Entonces, para evitar más problemas yo le dije que nos fuéramos a vivir lejos de su hermano y de la familia. Entonces me alejé de los míos y cuando mi familia me venía a visitar enseguida me peleaba.

Un día le dije: Yo quiero estudiar y él me dijo ¿Para qué necesitas ser profesional? Y yo le decía: “para trabajar” y él no lo veía necesario, él decía: “conmigo lo vas a tener todo”.

Y así poco a poco me fui volviendo más dependiente a él, más vulnerable. Y empezó así entonces una violencia sicológica, me decía “Hay mejores mujeres que tú” “estás fea, estás gorda” y luego siguió una violencia física. Me pegó todas las veces que se puedan imaginar, incluso en los embarazos. Luego de violentarme se disculpaba, me regalaba flores, trataba de mejorar pero volvía a lo mismo. Yo siempre lo perdonaba.

Hasta que dije un día no más, “Me vuelves a pegar y te denuncio”, yo estaba dispuesta a todo, incluso hasta de perder la vida porque me habían dejado mi dignidad por el suelo. Entré a estudiar por encima de sus insultos, dejé de comerme el cuento de que si yo no estaba con él nos íbamos a morir de hambre y lo denuncié en la Comisaría de Familia, ahí conocí a Erly, con la que luego crearíamos la Fundación Mujeres Valientes, en el municipio de Caucasia, Antioquia.

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