Los humedales son cuerpos de agua que, según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible mitigan las inundaciones y los efectos del cambio climático, ya que absorben parte del dióxido de carbono presente en la atmósfera. Además, son hábitat de diferentes especies de aves y peces; y tienen la capacidad de mejorar la calidad del aire, mantener el equilibrio de la vida silvestre y purificar el agua.
De acuerdo con la Política de Humedales del Distrito Capital, en Bogotá los humedales son “fundamentales en el equilibrio ecológico y ambiental global, ya que son el hábitat de muchas especies de fauna y flora, y elementos vitales en la estructura ecosistémica, sociocultural y económica de las naciones y del mundo”.
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Sin embargo, de los 32 humedales que existen en Bogotá sólo 15 son reconocidos por la Secretaria Distrital de Ambiente, así lo evidenció un estudio hecho por la Fundación Humedales Bogotá. En consecuencia, los cuerpos de agua que no han sido protegidos se encuentran contaminados o a punto de desaparecer.
Algunas de las causas por las que estos 17 cuerpos de agua se encuentran deteriorados son “la contaminación de aguas residuales, residuos sólidos que dificultan el desarrollo de cobertura vegetal y aumentan la degradación del suelo, y las viviendas y obras de infraestructura que disminuyen el área de los humedales”, asegura Lorena Galeano, bióloga de la Universidad Nacional.
Con el objetivo de recuperar algunas de estas fuentes hídricas, la bióloga Lorena Galeano y la Fundación Pulso, trabajan en la articulación del plan de restauración ecológica Recuperando Mi Entorno Natural. Esta iniciativa se espera desarrollar en los próximos tres años, en 24,96 hectáreas de la capital distribuidas en los humedales de La Vaca, La Tingua Azul ubicados en la localidad de Kennedy, y La Isla, que se encuentra en la localidad de Bosa.
De acuerdo con la bióloga Galeano, el proyecto se enfocará en 2 líneas de acción específicas. La primera es, la caracterización de flora, fauna, suelo y cuerpo de agua de los humedales. Y la segunda, la restauración ecológica, un proceso de asistencia a la recuperación del ecosistema degradado o destruido. Para lograrlo se sembrarán 12 conjuntos de vegetación de 17 metros en cada humedal con vegetación endémica como el urapán, chilco, holly, alcaparro doble y enano, amarguero amarillo y aliso.
Además, la iniciativa busca involucrar a las comunidades aledañas para generar conciencia sobre la importancia de proteger estas fuentes hídricas, a través de talleres educativos que aborden temas como avistamiento de aves, reciclaje y el papel fundamental de los humedales para la mitigación del cambio climático.
Cabe destacar que, la Fundación Pulso ha plasmado estos saberes en productos audiovisuales que pueden ser consultados en el siguiente enlace: Fundación Pulso
Por: Ivania Alejandra Aroca Gaona – Periodista.
Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.
