Se cumplen siete meses desde que la UNESCO, declarara en un comité intergubernamental, que el canto de los Llanos colombo-venezolanos es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
La copla, es además, un elemento cultural fundamental para recuperar el tejido social del país, ya que por medio de esta se promueve el diálogo y las relaciones personales debilitando las brechas entre lo urbano y rural, y también dejando a un lado las diferencias sociales.
Copleros como Walter Silva, Gerardo Leal, Robinson Gómez, Alexis Sanabria y Lorgio Rodriguez son reconocidos por su contribución con esta tradición cultural colombiana. La copla es un patrimonio significativo para hispanoamérica dado que es la literatura de los latinos. (Le puede interesar: La copla, elemento para recuperar el tejido social del país)
El legado
De acuerdo con el Ministerio de Cultura de Colombia Esta expresión tiene más de 200 años y está compuesta por “cuatro variantes orales y sonoras: los cantos de ordeño, los cantos de cabrestero (llanerismo por cabestrero), los cantos de vela y los cantos de domesticación (silbos, gritos, llamados, japeos)”.
Así se establece en los documentos de salvaguardia en asocio con el Centro de Diversidad Cultural de Venezuela. Un trabajo de cuatro años en la que participó el MinCultura. «Se trata de una expresión única, asociada a los oficios de los vaqueros, los arreadores de ganado y demás portadores de esta bella e inmensa zona geográfica», dice el mismo documento.
La copla fue una evolución de la música española como forma de relatar los sucesos románticos del mundo. Para el siglo XIX Rafael de León, Antonio Quintero y Maestro Quiroga, fueron los pioneros en desarrollar este tipo de canto.
Y es que desde los ancestros, las coplas heredadas de los españoles, fueron utilizadas para contar anécdotas y reflexiones sobre la vida cotidiana. Hoy a través del canto llanero y los festivales de coplas que se realizan en Colombia, los asistentes pueden encantarse de chistes, historias y cuentos relatados con instrumentos musicales.
Por: Angelline Molina. Estudiante de Comunicación Social.
Editor: Mónica Lozano – Periodista y Editora.