De acuerdo con el proyecto Hacemos Memoria de la Universidad de Antioquia, 1987 fue uno de los años con mayor número de asesinatos de líderes y defensores de los derechos humanos, siendo este departamento uno de los más afectados. Año en el que se disolvió el acuerdo de cese al fuego pactado en 1984 entre el Gobierno Betancur y las FARC, y en el que el paramilitarismo cobró cada vez más poder.
Investigaciones revelan que este grupo al margen de la ley perfiló a militantes e integrantes de la Unión Patriótica, con más de 6.000 víctimas; del Frente Popular y del movimiento A Luchar; dirigentes sindicales, 22 líderes y defensores de derechos humanos de la UdeA; y miembros de la Comisión Permanente de Derechos Humanos – CPDH.
Entre los que se encontraba Héctor Abad Gómez, un destacado médico cuya misión de vida fue encaminada en la búsqueda de justicia social. Desde su profesión y como precandidato por el Partido Liberal a la alcaldía municipal y presidente en Antioquia del CPDH, luchó cada día de su vida por la garantía de derechos fundamentales para las poblaciones más vulnerables.
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El 25 de agosto de 1987 el centro de Medellín fue el escenario donde sicarios al mando del jefe paramilitar Carlos Castaño le arrebataron la vida a Abad Gómez, Luis Felipe Vélez y Leonardo Betancur Taborda. Dejando un dolor nacional ante la pérdida de quienes eran considerados guías y acompañantes de una revolución por la paz.
Como un ejercicio de perdón y memoria, y tras casi 20 años del lamentable evento, nació El olvido que seremos; un libro escrito por Héctor Abad Faciolince, único hijo varón del líder social, que lleva por título el nombre del poema que el joven encontró en el saco de su padre el día que lo asesinaron.
La obra publicada en el año 2005, cuenta actualmente con más de 300.000 copias vendidas entre países de habla hispana y se posiciona como uno de los mejores títulos que expresan un testimonio llevado a novela de no ficción. Pues narra de una forma muy sentida la historia de Abad Gómez y su legado en el marco del conflicto armado en Colombia.
Tal es su relevancia, que gracias al trabajo del productor español Fernando Trueba esta historia llegó a las salas de cine y desde el pasado miércoles a la plataforma Netflix, como un grito de resistencia ante la situación sociopolítica que el país sigue enfrentando. Una apuesta por la construcción de memoria que fue ganadora de los premios Goya a mejor película iberoamericana.
Por: Karina Porras Niño. Periodista – Editora.