martes, octubre 8, 2024
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Carta del campo: Inflexión y refundación ante un mundo en conflicto

Nos comparten una reflexión sobre el compromiso de unidad comunitaria que debe resurgir en las sociedades para la resignificación del ser humano y el establecimiento de un equilibrio entre éste y su entorno natural.

Vivimos jugando al homo sapiens y al homo deis. De acuerdo a lo que apostemos, así mismo escogeremos el juego. En ese devenir en el casino de la vida, las crisis, los debates humanos, las inflexiones modificatorias surgen como alteraciones sociopolíticas para jugar a los cambios en el gran entorno social. Aproximarnos a los puntos de inflexión que nos circundan, buscamos dejar en plenitud todo aquello que está distorsionando la curvatura de la vida.

Para enfrentar, para discernir, criticar para llegar a decisiones, el hombre requiere conocer rutas para enfrentar todo tipo de desafíos a las complejidades humanas. Ante esas realidades se ejercen posiciones de aceptación, de rechazo con contenido emocional con lo cual se incurre a proferir contradicciones o tomar decisiones inadecuadas.

Las inflexiones de cualquier orden humano, es el grado en el tiempo y el espacio para modificar comportamientos adoptando diversas prácticas, cuando se presentan posturas por hechos que afectan notoriamente al grupo social provengan de donde provengan.  La pandemia está enseñando que los distintos desquiciamientos sociales, administrativos, judiciales y políticos, generan picos agravantes con efectos desproporcionados de malestar y precaria estabilidad social.

La libertad de conciencia y de nuestro interior pulsan el espíritu en el tiempo y el espacio retándonos a dar forma a los cambios con estructuras sólidas de esperanza en momentos inseparables de resistencia. Y es que el tiempo juega para todos, y para cada opositor adquiere razones distintas. La vida nos lleva al espacio social donde agotamos tiempos distintos y en esos tiempos podemos establecer cómo se nos gobierna y con qué propósitos, y en esa carrera siempre surgen egoísmos, odios y contradicciones.

Tiempo para el tiempo nos da la existencia de un merecido cambio, jamás un mundo vacío, pues del tiempo viene una existencia que dirá que podemos transformar el mundo. El tiempo es invisible en los puntos de inflexión y hay que tomarlo a tiempo con todas sus variables. Las inflexiones siempre conducen a revisar todo lo que aflora a nuestro entorno para ubicarnos ante el valor de la verdad y la justicia para difundirlas con sentido humanista y humildad ante cualquier estrado aun en medio de heterodoxias u oscilaciones diversas.

Así entonces, se detectan los errores y las confusiones en el campo de fe que nos han creado. Discernir pues, es abrirnos para atender nuevas realidades que de seguro han estado ocultas o no se han querido dar a la luz. La filosofía de cristo es el gran evangelio de la esperanza. La iglesia en contexto ha manipulado y desviado el evangelio apartando a Jesús como guía de amor y servicio.

En Jesús no podemos eliminar su genealogía ni su trascender, Jesús es el conocimiento liberador subversivo que se encarna con rebeldía contra el mundo imperial, sus leyes y su religión, dícese, es el límite extremo de la razón con existencia desde siempre, exento de fábulas, dogmas, atavismos, formalismos. Pensar, reflexionar, razonar, es aprender a elegir en las dimensiones espacio y tiempo.

Hanna Arendt nos recuerda que al hombre no le importa el mundo porque la perversión política impide el ejercicio de las acciones justas y las relaciones interpersonales, para dividir. Hoy no se dialoga, ni se debate, ni se reflexiona. En la sociedad prolifera el alegato, la discusión, el insulto y los enfrentamientos, acogiendo el personalismo, donde el otro es indiferente. Arendt plantea además que el apocalipsis transformador evoca la reivindicación de la política como instrumento organizador de la sociedad y al derecho como ordenador constitucional, defensor de los derechos humanos para frenar la impunidad y permitir mecanismo de defensa como la desobediencia civil.

Hoy vivimos inmersos en un juego de tronos donde cada poder desenvaina sus armas. Ese quehacer politiquero exhala irracionalidad, odio y todo tipo de agresiones, siendo la sociedad la que recibe estos impactos, todo, con la coadyuvancia de los partidos que solo buscan defender sus intereses electoreros. Para este vaivén, las inflexiones   conducen a cambios radicales, haciendo acopio del pensar de Gandhi quien señaló en su momento que “Seamos el cambio que queremos ver en el mundo”.

El aislamiento social que se vive con su singular apatía no deja reaccionar para pensar. Muchas conciencias están en línea para llamar al sentido común. Allí están floreciendo inflexiones esperando que la sociedad actúe, allí está nuestro sentir para refundar, para lograr adaptar a la realidad aquello que no cumple los objetivos.

Todo tiene un límite. Dictaduras, regímenes en decadencia, cavando su propia sepultura. Examinar tensiones, eludir  relaciones asfixiantes, sortear escándalos de corrupción, de contratos leoninos, de ofrecimientos de mermeladas cuando en campañas se juró su inexistencia,  soportar la agonía de la salud y la decadencia de una educación en veremos, o el devenir de las acrobacias militares con sus nefastos procederes, o el enfrentar las cortes con cínicas actuaciones, o el galopar en medio de mitomanías para demostrar  excelencia de gobierno, o el negar diálogos sociales cuando la constitución los tutela, o enjuiciar con impunidad, o rechazar con ahínco el fracking y la aspersión con glifosato para  luego aprobarlos. 

Todo esto y mucho más son fenómenos de nuestra sociedad social y política que hunde sus raíces en nuestra propia historia a gran escala, que la comunidad se adormece al conocerlos perdiendo la cuenta, como se pierden los inventarios de tantos elefantes blancos hoy aposentos de pesebreras públicas, o refugio de invisibles con orinales propios. Y disque no hay plata.

¿Para dónde se fueron esos costos? Es mucha la resiliencia que necesita el pueblo para resistir el despilfarro y otros tantos momentos a rastrear que otra complejidad escrita habrá, dónde aparecerán en las inflexiones, billones de pérdidas por detrimento al patrimonio nacional por los negociados y manejos de la gestión pública, que han ido a parar a las arcas de nuestros funcionarios para los cuales nunca habrá juicio alguno.

La razón de la sinrazón ha sido causa de los desastres como el esclavismo y el racismo que le han negado al indio, al campesino y al negro su humanidad. La empresa de colón llegó   dejando rumbos de explotación, deshumanizando las razas de la esperanza, llenando de sangre la América. Tiempos y espacios con tesón han tratado de devolverles su ser, pero hay unos salvajes en cuerpo ajeno que son reacios, al amparo de tutelas de descarte.  Si hay algo que agradecer   también a estas razas es la conservación de la naturaleza, su Pachamama, su vida, su esperanza que con su actividad agro economía permiten alimentar al país y con su profesión, permiten el desarrollo de la nación. La economía no hay que olvidar es una actividad social para el servicio de toda la humanidad.

El país, la sociedad y sus instituciones, viven entrando en declive, perdiéndose el concepto de legitimidad debido a sus inoportunas gestiones. Los puntos de inflexión pretenden ser vinculantes sociales activos para enderezar la democracia. Hay que callar, para inflexionar. Los puntos de inflexión son esperanza, son procesos alternativos radicales contra los colapsos. Los pensamientos libres en acción renacen las inflexiones planteando estrategias de cambio potencializadores que avalan la capacidad humana para actuar ante los distintos manifiestos cuestionando comportamientos sociales y políticos que tienen como fin el bien común. 

Toda la gestión pública, social y familiar han perdido el sentido de ser, el sentido humano que es el que da sensibilidad para conectarnos recíprocamente y no creando divisionismos que desvanecen la revisión de las complejidades humanas. La inflexión es una forma de enfrentar los retos. No son entropías, es el llamado a la unidad comunitaria para rescatar la convivencia social y política.

El evangelio de Jesús abarca la problemática dejándonos ver en el evangelio su praxis. Aunque Jesús no es economista, es algo más… dícese, su producción es social, de servicio, de dar, de ver y hacer, contrario a la política del tener, el poder, el ser, por el tener. Política y religión, aunque el evangelio no es religión, se sobrecargan de inquietudes, de falta de claridad y confianza. Política y economía son poder en confusión pues se alejan del débil. 

Diríase que política y economía no son solución y la historia nos enseña que fueron enemigos de Jesús y por ello lo confinaron a muerte, como hoy lo hace el hombre capitalista con los débiles, con los invisibles, con los desprovistos de voz, pues han sido silenciados con la opresión. Cristo fue un defensor de la economía justa, de las leyes y la religión de la producción social, pero jamás de lo que va en contra de la comunidad. La economía del capitalismo será aquella que al decir del economista es la que va hacia una economía de la esperanza. El poder enceguece. Muchos de los gobernantes solo ven el bosque, no se internan en él, no se percatan de la realidad, allá fluye el dolor, la miseria, la angustia existencial.

En este reflexionar no escapan los actos de violencia contra los derechos humanos, ni las acciones macabras de la fuerza pública, ni los juicios impunes. A todo ello le sumamos los actos de gestión de un régimen con sus viles estrategias que pregonan desarrollo, prevención y acción sistemáticos, Muchas gestiones de estado no se cumplen o se realizan a medias, todo dependiendo los intereses que pueda tener el régimen.

Y qué decir de las gestiones del estado que estando obligado a comunicar a los ciudadanos no lo hace arguyendo sofismas de distracción con cortinas de humo. A este accionar le ayudan los medios de comunicación que solo informan lo que le conviene al ente público o a las elites dominantes, financieras de las campañas políticas.

Nuestro ente de gobierno que trae desde el pasado todos los vicios, vive gobernando como un verdadero festín donde se enrocan cargos, se rifan traslados, se ofrecen cargos por doquier así los nombrados carezcan de los perfiles de transparencia que no se cumple, pues la mermelada cambio de forma violando todos los protocolos institucionales.

Esta reflexión acoge los avatares de los tiempos y la forma como la sociedad dilapida su tiempo en lo superfluo. Respetando al tiempo y los espacios invita a despertar del letargo, con el ámbito de cambiar y tomar conciencia que revolucione ese yo interior. Lo grato está en lo que se da y no lo que se recibe. Todo lo que oprime al hombre, lo limita y le impide ser. El extendido social y político es un llamado al compromiso de unidad comunitaria por las desviaciones de un entorno y la complejidad de unas instituciones que no aplican ni entienden su significación humana y natural.

Concluyamos con el pensamiento de Eduardo Galeano “Al fin y al cabo, la comunidad, el modo comunitario de producción de la vida, es la voz que más porfiadamente anuncia otra América posible”.

 

Por: Mariano Sierra. Habitante rural.

Editor: Karina Porras Niño. Periodista – Editora. 

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