La paz sabe a chocolate

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Iniciativas desarrolladas por entes públicos y privados van encaminadas al posicionamiento del cultivo del cacao y la producción de chocolate como estrategia para substituir cultivos ilícitos y promover ingresos dignos en las comunidades víctimas del conflicto.

Por: Tatiana Cuellar – Voluntaria – ACPO

El chocolate ayuda a combatir una serie de enfermedades dentro de nuestro cuerpo. Depresión, hipertensión y tumores son unas de las tantas a las que hace frente. Ahora no solo se encargará de estas sino de aliviar dolencias mayores como lo es el proceso de reconstrucción social que es emprendido tras los acuerdos de paz en nuestro país.

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Por una parte el cultivo de cacao, fuente del chocolate, se ha convertido en una forma de substituir los cultivos ilícitos. Muestra de ello es la alianza “el cacao para la paz” realizada entre el Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural, Aurelio Iragorri Valencia, y la Subsecretaria de Estado de los Estados Unidos, Heather Higginbottom, en presencia del embajador de Estados Unidos en Colombia, Kevin Whitaker y el Presidente Ejecutivo de Fedecacao, Eduard Baquero López.

Según Fedecacao, el evento contempló la donación de cinco millones de dólares para el impulso del cultivo cacaotero en tiempos de pos conflicto. Además estuvo acompañado por chocolates colombianos y las experiencias de ex cocaleros que encontraron en el cultivo del cacao una opción digna y segura de ingresos.

Por otra parte existen iniciativas emprendidas por las comunidades víctimas del conflicto y diferentes sectores que impulsan las distintas etapas de producción y fabricación del chocolate.

Uno de estos casos es la historia de la familia Ríos Andrade, contada por El País. Esta familia, que fue desplazada por la violencia, reconstruyó su vida en pequeños pasos con el cultivo de cacao. Después de dificultades frente al potencial de las cosechas y la venta de sus productos se encontraron con una buena noticia. Hacen parte de la Asociación de Productores Campesinos de la Serranía del Perijá (ASPROCASPE) que estableció una alianza para vender sus cosechas a la Compañía Nacional de Chocolates, principal productora de chocolate del país.

Asimismo otorgó capacitación técnica que ayudó a mejorar sus ingresos en un 29 por ciento. Otro caso es el proyecto llamado Chocolate Nariño, en el cual 100 familias de afro descendientes en situación de desplazamiento y vulnerabilidad cultivan el fruto del cacao desde hace más de 18 años haciendo a un lado el cultivo de coca y convirtiéndose en sembradores de paz. Sus chocolates son distribuidos en distintas ciudades del Pacífico colombiano y existen gracias al apoyo del Fondo Emprender del Sena.

De esta manera se observa como las comunidades, los sectores públicos y privados contribuyen desde diferentes frentes como lo es la producción del cacao y chocolate, en la consecución de alternativas para la construcción de paz.

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