#Opinión: Rebeldía, suicidio o dignidad

Sobre el caso Santrich: ¿Realmente está haciendo esto por dignidad pues son falsas las acusaciones? ¿Cayó en la celada, mordió el anzuelo y se dio cuenta demasiado tarde de la torpeza que cometió?

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1990
lasillarota.com

Nelson Mandela vivió durante años su calvario de prisión y vejámenes, convencido de que su sacrificio valía la pena y que su nación y el mundo acabarían con la injusta cadena de pobreza, discriminación y explotación que vivían sus compatriotas negros. Fue el líder que les devolvió su plena dignidad. 

Jesus Santrich es el líder guerrillero detenido y acusado por narcotráfico, luego de firmar los acuerdos de paz. Las pruebas parecen contundentes. Su actitud de querer morir de hambre, me provoca varias reflexiones.  

¿Realmente está haciendo esto por dignidad pues son falsas las acusaciones? ¿Cayó en la celada, mordió el anzuelo y se dio cuenta demasiado tarde de la torpeza que cometió? ¿Su actuación pone en ridículo a la desprestigiada dirigencia de las Farc y muestra a la guerrillerada que sus líderes siguen enriqueciéndose como sea, lejos de los ideales que les vendieron para hacer la lucha? 

¿No es un extremista radical y suicida que quiere que el barco, si se hunde él, se tiene que hundir con todos, aunque los demás sean inocentes, con tal de no reconocer su error? ¿»La embarró», y sabe lo que le espera: prisión como un delincuente y no como un líder con ideales, desprestigio y pérdida de todo su poder anterior y, a lo mejor, «fuego amigo» contra su vida? 

¿Es un poderoso, acusado de narcotráfico que tiene mucha información y prefiere morir con ella antes que decirla en un juicio justo, amenazando la paz y poniendo en bretes a las máximas autoridades del país? ¿Los jerarcas de la iglesia católica llamados a apagar el incendio, lo hicieron por causas humanitarias?

Ojalá no se este dando protección a un narco impenitente, arrogante y testarudo que, al perder su poder, perdió su sentido de la vida y prefiere morir por suicidio y espectáculo, desgarrando conciencias, sembrando dudas entre hijos de la Iglesia y ocultando la verdad que podría liberar a muchos. 

Un inocente con dignidad, como Mandela, vivió preso demostrando que la vida vale la pena y que la plena libertad de sus hermanos era el valor fundamental. San Juan Pablo II visitó en la cárcel y perdonó a su victimario, capturado, juzgado y condenado. El turco Ali Aghca recibió en vida su bendición consoladora y redentora. Fue un regalo que lo liberó de toda culpa y lo reconstruyó como ser humano. 

Cristo da su vida y se deja matar porque su mensaje de amor trasciende los tiempos, es redentor y es infinito. Hoy siento que nos vuelve a repetir: «Perdónalos porque no saben lo que hacen». (Le puede interesar: Sugerencias para llegar a Santiago de Compostela, España)

PorBernardo Nieto Sotomayor- Equipo Editorial El Campesino.

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