Queremos sobresalir y nos presentamos como los inocentes o los salvadores. Queremos que los demás piensen que  quien es causante de la mala situación es por maldad o incapacidad. Los casos son múltiples y los ejemplos abundan. Pongamos uno.Sale el director de una empresa y a otro le corresponde asumir la obligación. Comienzan las habladurías y aparecen los que dicen saber la verdad de lo que ha pasado.

Comentan que todo o casi todo está mal, es deficiente, no corresponde con lo que se había planeado, se  perdieron cosas, no se hizo lo ofrecido, hubo preferencias, se hicieron grupos como pandillas, se desperdiciaron muchas oportunidades, se confabularon para realizar asuntos indebidos y dejar sin acción a los que no eran aduladores.Dejaron de hacerse muchas obras y las que se ejecutaron fueron costosas, antieconómicas, poco efectivas, como inútiles.

Se malbarataron los recursos que había. La culpa de los errores la tuvo quien salió y en buena parte el equipo de colaboradores que lo rodeó. Y si esto puede decirse de una empresa comercial, mucho más podrá inculparse  en el campo de la política a quien ha tenido un cargo de alguna importancia. Al caído, caerle.Hay que echarle toda la basura, hay que inculparlo de todo lo malo que se hizo y lo bueno que dejó de hacerse.

Y si es posible, hay que impedirle que explique o se defienda. Rápidamente se olvidan las circunstancias que tuvo que vivir, los obstáculos que debió enfrentar, el contexto que le rodeó, los impedimentos que se presentaron. Además existen sentimientos y pensamientos influidos por adoctrinamientos partidistas y tendencias  acaloradas y esto nos impiden ser fríos, objetivos e  imparciales. (Le puede interesar: Editorial: confiar en los demás )

Pareciera a veces una disculpa a nuestra incapacidad para realizar adecuadamente una tarea que otro no realizó.Muchas veces se mira la paja en el ojo del vecino y no la viga en el propio. Quizás analizamos mirando sólo desde nuestro punto de vista y no nos demoramos a reflexionar desde el punto de vista ajeno, no queremos mirar sino desde nuestra posición, sin atender al horizonte diferente de quien va en otra dirección.

Son muy importantes la información y el conocimiento, el análisis y la crítica para poder establecer un juicio y de esta manera aceptar o rechazar las palabras y el comportamiento de los demás.Tratemos de ser imparciales en nuestro modo de apreciar. No podemos generalizar y globalizar en un sentido ni en el otro. Nadie se equivoca en todo. Y nadie acierta siempre. Somos limitados. Hay que aplaudir los aciertos e imitarlos, así como rechazar los errores y tratar de corregirlos.

Por: Luis Alejandro Salas-Equipo Editorial El Campesino.

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