El sacha inchi es cultivado en el Meta por cerca de 15 productores en alrededor de 100 hectáreas, localizadas en diferentes municipios. Este producto tiene gran potencial, ya que se puede utilizar para elaborar alimentos funcionales con alto contenido de omega 3, tales como bebidas, quesos y aceite.

El aceite es el principal producto de exportación, explica el profesor John Fabio Acuña, director del Grupo de Gestión en Tecnología, Innovación y Diseño Agroindustrial de la Universidad Nacional de Colombia.

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“Esperamos que los avances en el campo de la ingeniería agrícola –como automatización del riego, desarrollo de herramientas para la cosecha, sistemas de almacenamiento, selección, clasificación y conservación de producto– nos permitan optimizar los estándares de calidad”, destaca.

Puesto que el Gobierno Nacional busca fomentar el desarrollo de estos cultivos entre los reincorporados, y que además en la región se comenzó a producir sacha inchi hace solo cinco años, se decidió conformar un equipo técnico científico para evaluar su potencial, junto con las posibles debilidades que enfrentan los productores.

En tal sentido, el profesor Acuña destaca que todavía se desconocen procesos elementales del cultivo asociados con la intención de desarrollar un monocultivo, en la medida en que hasta ahora no se han diseñado planes nutricionales ni sistemas de riego adaptados a estos nuevos requerimientos.

Por tratarse de un producto que tradicionalmente se ha cultivado en zonas donde las lluvias son frecuentes, trasladarlo a otras latitudes implica hacerle frente a periodos secos, en los que con un sistema de riego se obtendría un mejor precio.

Producto competitivo

Aunque el sacha inchi puede alcanzar precios entre los 5.000 y 11.000 pesos por kilo, con su procesamiento es como realmente se puede obtener una ganancia significativa, en la medida en que se podría llegar a vender hasta por 10 veces más del valor inicial.

Por esta razón, uno de los principales objetivos del proyecto es crear mecanismos para que los productores le den valor agregado a la materia prima, a partir de estrategias que les permitan conocerlo mejor para introducir nuevas tecnologías.

También se tiene previsto usar drones e imágenes espectrales para realizar procesos preventivos y correctivos ligados a las faenas de fertilización y control de plagas, de manera que los propios cultivadores optimicen los mecanismos y estrategias de producción.

La experiencia del grupo de investigación de la U.N. permitiría llevar el modelo a otras regiones con climas más templados, en los que no se descartaría el desarrollo de invernaderos que permitieran cultivar sacha inchi en zonas como la Sabana de Bogotá, junto con la implementación de una cadena nacional que incluya a productores de Santander, Arauca y Tolima.

El potencial es tan grande que se estudia la posibilidad de presentar un proyecto ante el Sistema General de Regalías, que contaría con la participación de la Gobernación del Meta, con el propósito de fortalecer los componentes agronómicos, tecnológicos e industriales, además del modelo de negocio, el cual estaría liderado por la U.N.

Contar con la asesoría de instituciones como la U.N., las universidades de los Andes y de los Llanos, además de Agrosavia, contribuiría a desarrollar una semilla certificada, además de implementar protocolos de producción agrícola para obtener mayor rentabilidad con estos cultivos.

Los avances de esta propuesta y otras iniciativas de la academia se dieron a conocer en el marco de un foro realizado en la Universidad de los Andes.

Por: Lina María Serna. Periodista – Editora.
Fuente: Universidad Nacional de Colombia.

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